EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

martes, 20 de febrero de 2018

NO SEAN COMO ELLOS


“El Evangelio de Hoy”: Mt 6,7-15

Lectura del santo evangelio según san Mateo:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Cuando recen, no usen muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No sean como ellos, pues su Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidan. Ustedes recen así: "Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno." Porque si perdonan a los demás sus culpas, también su Padre del cielo los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco su Padre perdonará sus culpas." Palabra del Señor.

Reflexión

Uno de los pilares de la Cuaresma  es la oración, desde el miércoles de ceniza se nos dice, “cuando oren no lo hagan para llamar a la atención de la gente como los hipócritas, sino en la intimidad con Dios que ve en tu interior y te escuchará. En el Evangelio de Hoy Jesús presenta una manera nueva de relación entre los seres humanos y Dios. La oración del Padrenuestro nos muestra un diseño perfecto del proyecto de vida y de la íntima relación de Jesús con su Padre-Dios. Los discípulos quieren aprender plegarias, rezos, fórmulas oracionales.  Para Jesús orar es confrontarse con el proyecto de Dios. Es abrirse a una experiencia alternativa en la que Dios es realmente Padre. Es, por tanto, Dios mismo quien va señalando las pautas y va dando las directrices de nuestro caminar.

Al creernos más listos que los demás abundamos en palabras intentando persuadir en una carrera absurda en busca de sobresalir y llamar a la atención. Jesús nos aconseja que al dirigirnos a Dios nos ahorremos las palabrerías vacías y repetitivas y le llamemos Padre. Lo que Jesús nos aconseja es que nuestra oración, nuestro diálogo con Dios sea una confesión de nuestra fe en él. Que utilicemos palabras sencillas, espontáneas y confiadas, porque “nuestro Padre sabe lo que nos hace falta antes de que lo pidamos”. Nuestra oración debe estar orientada a hacer su voluntad “aquí en la tierra, como en el cielo”. Y su voluntad es que a nadie falte su pan cotidiano, y que hombres y mujeres aprendamos a vivir en el perdón y en la reconciliación. El pan para todos y el perdón, son condición de autenticidad en la vida cristiana. Si creemos esto ya nos estaremos alejando de las tentación de convertir a Dios en nuestro esclavo para que satisfaga nuestras curiosidades y antojos y lo estaremos adorando en espíritu y verdad. No nos olvidemos de hacer algo concreto cada día a favor de alguien necesitado.

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