EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

viernes, 5 de mayo de 2017

 “El Evangelio de Hoy”: Jn 6,52-59

Lectura del santo evangelio según san Juan:

En aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí: "¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?" Entonces Jesús les dijo: "Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de sus padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre." Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaúm. Palabra del Señor.

Reflexión.

Jesús nos dice que él  entrega su carne y su sangre por la vida del mundo. Cuando este evangelista habla de “carne” se está refiriendo sencillamente a la “persona”, al ser humano real y concreto que se encuentra inmerso en la historia, al ser humano en toda su fragilidad. Ser “carne” es vivir como persona, sentir como hombre; es tener un cuerpo mediante el cual es posible expresarse. Jesús entonces es carne y hueso, es un ser humano, es un hombre real que se entrega totalmente por nosotros, porque comprende su existencia orientada no para sí mismo, sino para los otros. Por lo tanto, cuando Jesús afirma que es necesario “comer” su carne y “beber” su sangre para tener vida eterna, está diciendo que es fundamental identificarnos, unirnos profundamente a él, ya que él nos comunica la vida y, al unirnos a él, aprendemos a actuar como él.

Todo lo anterior nos lleva a reflexionar sobre nuestra participación en el sacramento de la Eucaristía, pues dicho sacramento significa entregar nuestras vidas por una sola causa: ser “carne” para la vida del mundo. Cuando comulgamos, ¿somos conscientes del compromiso que se desprende de la participación en la mesa eucarística? Comer y beber a Jesús significa dejarnos llenar de su vida integral, de lo que dice y hace y de lo que lo motiva a ser como es. 

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