EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

jueves, 17 de enero de 2013

SERVIR A LA DIGNIDAD


“El Evangelio de Hoy”: Marcos 1,40-45

Lectura del santo evangelio según san Marcos:

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: "Si quieres, puedes limpiarme." Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: "Quiero: queda limpio." La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente: "No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés." Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes. Palabra del Señor.

Reflexión

La purificación de este leproso se opera gracia  a su confianza puesta en Jesús. La lepra era considerada en tiempos de Jesús como una enfermedad terrible. El leproso tenía que andar por las afueras de la ciudad o de la aldea. Los leprosos formaban parte del grupo de los excluidos, impuros y pecadores extremos de aquella cultura. El leproso de este pasaje rompe todas las convenciones y prohibiciones del momento. Se acerca a Jesús y le solicita la limpieza. Jesús no rechaza la cercanía y el contacto físico de este hombre. Lo escucha, lo acepta y lo acoge. Pero, sobre todo, lo toca, a pesar de que el contacto físico iba en contra de las convenciones religiosas vigentes.
 
Si el leproso se atreve a arriesgarse violando la ley y entrando en contacto con Jesús, Jesús hará lo mismo tocando al enfermo. Al devolverle la salud, Jesús le está recuperando su dignidad de hijo de Dios. Siguiendo la ley, lo manda a presentar la ofrenda estipulada para estos casos. Jesús demuestra que la persona está por encima de la ley y que es necesario devolverle el sentido salvífico a la misma ley. No la trasgrede, pero la supera a favor de la persona humana excluida y marginada.
 
Hoy somos nosotros quienes estamos llamados a valorar la persona y a darle servicio dignificante e integrador en nuestra sociedad marginadora.  Al valorar al ser humano priorizaremos los elementos de la vida que favorezcan su salud, su educación, su participación en los  diferentes niveles de vida social y cuidaremos su integridad física y espiritual. Como Jesús que aporta la esperanza con sus signos de vida, de salud y de compasión nosotros estamos siendo interpelados a aportar nuestra cuota de esfuerzo consciente a favor de la vida del necesitado. Podemos, actuemos. Busquemos a los leprosos de hoy, los enfermos, desesperanzados, tristes, marginados y hagámosle saber que para nosotros ellos cuentan. Seamos sensibles a las realidades de nuestros hermanos y hermanas.

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