EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

sábado, 30 de mayo de 2015

¿CON QUÉ AUTORIDAD HACES ESTO?

"El Evangelio de hoy": san Marcos 11,27-33:

Lectura del santo evangelio según san Marcos
En aquel tiempo, Jesús y los discípulos volvieron a Jerusalén y, mientras paseaba por el templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos y le preguntaron: «¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?»
Jesús les respondió: «Les voy a hacer una pregunta y, si me contestan, les diré con qué autoridad hago esto: El bautismo de Juan ¿era cosa de Dios o de los hombres? Contéstenme.»
Se pusieron a deliberar: «Si decimos que es de Dios, dirá: "¿Y por qué no le han creído?" Pero como digamos que es de los hombres...» (Temían a la gente, porque todo el mundo estaba convencido de que Juan era un profeta.)
Y respondieron a Jesús: «No sabemos.»
Jesús les replicó: «Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto.»
Palabra del Señor

Reflexión
A Jesús se le pregunta sobre su autoridad. Es una de las preguntas importantes que ha de responder durante su ministerio público. No solamente recibe el cuestionamiento -con qué autoridad hacía las cosas-, sino también sobre quién le había dado tal autoridad.

En cuanto a este tema, nosotros nos movemos siempre en los polos autoridad-poder. Se recibe una autoridad que viene de diferentes fuentes. Y la ejercemos con poder, pasando del servicio al dominio, de ser servidores a ser servidos.

Esta no es la única vez que Jesús tiene que lidiar con esta cuestión. Los mismos discípulos estaban en la lógica del poder cuando el Señor los hacía participar de la experiencia del amor como servicio, como acogida, como atención a la persona y sus necesidades. 

Tenemos una mala experiencia del ejercicio de la autoridad, en cuanto se convierte en una forma de dominar, de aplastar, de doblegar. Autoridad que debía ser entendida como dar lo mejor de sí mismo para el bien de los demás, aportando los talentos que nos permiten servir tal como se espera de nosotros o la confianza de la tarea que se nos ha encomendado. El mismo Jesús recordó a los jefes de las naciones, que no sirven para servir.

Jesús tenía autoridad y la puso en manos de su Iglesia. Nos dio su espíritu y con él la paz, la alegría, el perdón, la amistad. Su autoridad tenía el poder perdonar, sanar, acoger, despertar los dinamismos humanos que liberan y realizan a las personas. Esa autoridad la recibió la Iglesia, que ha de estar en el mundo como la que sirve, escucha, acoge. Desgraciadamente el ejercicio del poder se impone a la autoridad tal como la ejerció Jesús, la que surge del amor, del respeto y de la igualdad fraterna.

miércoles, 27 de mayo de 2015

USTEDES, NADA DE ESO


“El  Evangelio de Hoy”: Mc 10,32-45
Lectura del santo evangelio según san Marcos:
En aquel tiempo, los discípulos iban subiendo camino de Jerusalén, y Jesús se les adelantaba; los discípulos se extrañaban, y los que seguían iban asustados. Él tomó aparte otra vez a los Doce y se puso a decirles lo que le iba a suceder: "Miren, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; y a los tres días resucitará."

Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: "Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir." Les preguntó: "¿Qué quieren que haga por ustedes?" Contestaron: "Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda." Jesús replicó: "No saben lo que piden, ¿son capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizarse con el bautismo con que yo me voy a bautizar?" Contestaron: "Lo somos." Jesús les dijo: "El cáliz que yo voy a beber lo beberán, y se bautizarán con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está reservado."

Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reuniéndolos, les dijo: "Saben que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Ustedes, nada de eso: el que quiera ser grande, sea su servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar la vida en rescate por todos."  Palabra del Señor.

Reflexión

Si Jesús no ha venido para que le sirvan, sino para dar la vida en rescate por todos, ese también es nuestro destino, dar la vida día a día por el bien de todos y todas. El destino que Jesús elige y el estilo de vida de sus discípulos parecen dos realidades distintas y distantes, pero están indisolublemente ligadas. Jesús quiere servir a todos y todas sin prejuicios ni distinciones, los discípulos buscan reconocimientos, poder, influencias.

Jesús no actúa por capricho personal, sino como parte de la voluntad de su Padre que busca la reconciliación del mundo por medio de la eliminación de las diferencias que enemistan a las personas entre sí: judíos y paganos, pobres y ricos, sabios e ignorantes, puros e impuros. Jesús quiere comunicar su verdad en Jerusalén, en un lugar en el que puede ser escuchado, aunque esa decisión comporta riesgos mortales. Ese riesgo se corre con gusto como una misión trascendente y definitiva.

Todos  los discípulos se indignan contra los dos que quieren los puestos principales y rivalizan entre sí por el poder de dominación. Sin embargo, Jesús les ha enseñado a realizar la justicia por medio del amor solidario, lo que exige renunciar efectivamente a las pretensiones de poder y de dominio. Jesús asume un destino de reconciliación entre los seres humanos que requiere un nuevo estilo de vida, en total ruptura con las expectativas de control, riqueza y fama, tan apreciadas en esa época como en la nuestra. – ¿Y nosotros qué elegimos? Pidamos al Señor que nos regale su Espíritu para poder discernir y realizar la voluntad de Dios.

martes, 26 de mayo de 2015

ACOGER CON GOZO EL EVANGELIO


 « El Evangelio de Hoy »: Marcos 10,28-31
Lectura del santo evangelio según san Marcos:

En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: "Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido." Jesús dijo: "Les aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más -casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones-, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros."        Palabra del Señor.

Reflexión

Fijémonos bien que El Evangelio de Hoy habla de dejar por el Evangelio y no por cualquier otra cosa. A veces tenemos la  sensación de que la vida cristiana es un asunto de dejar y no de acoger. Personalmente creo que el acento hay que ponerlo en el acoger el Evangelio, acoger la propuesta de Jesús, su modo de ser, sus actitudes frente a las personas, su acercamiento a los necesitados y su manera de vivir de cara a Dios y sus realidades. El dejar cosas y personas es secundario, es consecuencia de acoger lo que creemos esencial, importante y valioso. Acogemos lo que sentimos que nos realiza como persona y nos proyecta hacia la plenitud. Sólo se deja lo que estorba, contradice y aplaza nuestros proyectos vitales.

Con su pregunta Pedro quizás quiere oír de Jesús un anuncio de premios y privilegios futuros por sus actos de desprendimientos como discípulos, pero la respuesta de Jesús se orienta en otra dirección: es  necesario trabajar en el mundo presente para cambiar las condiciones del mundo futuro. Nosotros nos maravillamos de las tecnologías de nuestra época, pero no nos damos cuenta de que son el producto de muchos esfuerzos y sacrificios de épocas anteriores. También consideramos óptima nuestra vida en comparación de la esclavitud de la Antigüedad o de la servidumbre en la Edad Media, pero no nos damos cuenta de que este estilo de vida exigió la lucha y el sacrificio de muchas generaciones de obreros y empleados. Jesús nos pide descubrir qué nos ofrece el mundo presente y qué tendríamos que hacer para hacer posible una vida digna en el mundo futuro.

La vida asumida según el evangelio hará posible que se den las condiciones que el mismo Evangelio describe como presencia del Reino de Dios, justicia, fraternidad, verdad… esto hará desaparecer la vergonzosa desigualdad que se vive en  nuestro mundo. De manera que vivamos el Evangelio, no buscando cumplir con unas normas y prohibiciones sino como una manera de forjar el futuro que Dios quiere para toda la humanidad. Asumamos el amor, la justicia, la fraternidad; o como diría San Agustín, “amas y haz lo que quieras”.