“El Evangelio de Hoy”:
Mt 13, 47-53
Lectura del santo evangelio según san Mateo:
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: "El reino de los cielos se
parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces:
cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en
cestos y los malos los tiran.
Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a
los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y
el rechinar de dientes.
¿Entendéis bien todo esto?" Ellos le contestaron: "Sí."
Él les dijo: "Ya veis, un escriba que entiende del reino de los
cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo bueno y lo
antiguo."
Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí. Palabra del
Señor.
Reflexión
Para terminar su sermón de las parábolas, el evangelio de Mateo nos deja
hoy una parábola síntesis. Ésta retoma el tema del discernimiento. El don del
Reino nos llama a saber discernir lo que es mejor de acuerdo a la voluntad de
Dios. Frente a la propuesta del Reino las personas nos dividimos entre quienes
lo acogen con alegría y aquellos que lo rechazan. No hay términos medios. Se
necesita inteligencia y decisión para acertar en la elección. Quien sabe
discernir y encuentra el tesoro del Reino, buscará realizar en su vida la
voluntad de amor que el Reino revela. Es capaz de comprender realmente las
enseñanzas de Jesús y escoger entre lo nuevo y lo antiguo, aquello que mejor
responde a la enseñanza de Jesús. El Evangelista San Mateo, él que era un
escriba, es un ejemplo de quienes escuchan el llamado de Jesús y sabe discernir
y aceptar seguirlo, viviendo los valores del Antiguo y del Nuevo
Testamentos.
El Reino de Dios es una oferta para todos. El mar es de todos, y desde
éste, todos podemos ser atrapados o invitados a formar parte de la familia de
Dios. La red llena representa a todo el pueblo de Dios. Evocando la imagen del
juicio final, estar entre los peces elegidos o los expulsados, dependerá de la
forma como hayamos vivido nuestro cristianismo, nuestro seguimiento de Jesús.
De esta manera, cada cristiano es en el juicio su propio abogado y su propio
juez, pues todo dependerá de pasar la película de nuestra vida delante de los
ojos de Dios, y mostrar en ella su coherencia con el proyecto de Jesús. Pidamos
la fuerza de Jesús para aprender a ser libres y al mismo tiempo consagrados a
la voluntad de Dios.
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