EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

jueves, 6 de enero de 2022

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“El Evangelio de Hoy”: Mt 2, 1-12

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo:

 

Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: "¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo". Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: "En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: "Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel".

Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: "Vayan y averigüen cuidadosamente qué hay del niño, y, cuando lo encuentren, avísenme, para ir yo también a adorarlo". Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino. Palabra del Señor.

 

Reflexión

 

La Fiesta de la Epifanía del Señor es una gran invitación a estar en camino, a buscar la realización y la salvación de la humanidad. Basta abrir las páginas de la historia. Sin duda, encontramos momentos de luz en que se anuncian grandes éxitos, se buscan grandes liberaciones, se entrevén mundos nuevos, se abren horizontes más humanos. Y luego, ¿Qué viene? Revoluciones que crean nuevas esclavitudes. Logros que provocan nuevos problemas. Ideales que terminan en «soluciones a medias». Nobles luchas que acaban en «pactos mediocres». De nuevo, las tinieblas.

 

No es extraño que se nos diga que «ser hombre es muchas veces una experiencia de frustración». Pero no es ésa toda la verdad. A pesar de todos los fracasos y frustraciones, el hombre vuelve a recomponerse, vuelve a esperar, vuelve a ponerse en marcha en dirección a algo. Hay en el ser humano algo que le llama una y otra vez a la vida y a la esperanza. Hay siempre una estrella que vuelve a encenderse.

 

Para los creyentes esa estrella conduce siempre a Cristo. El cristiano no cree en cualquier mesianismo. Y por eso, no cae tampoco en cualquier desencanto. El mundo no es «un caso desesperado». No está en completa tiniebla. El mundo no sólo está mal y tiene que cambiar. El mundo está reconciliado con Dios y puede cambiar. Dios será un día el fin del exilio y las tinieblas. Luz total. Hoy sólo lo vemos en una humilde estrella que nos guía hacia Belén.

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