Una reflexión del Evangelio en perspectiva teológico-pastoral para animar desde la liturgia, la vida de fe en su compromiso personal y comunitario
viernes, 10 de septiembre de 2021
APRENDER A GUIAR
“El Evangelio de Hoy”: Lc 6, 39-45
Lectura del santo evangelio según san Lucas:
En aquel tiempo ponía Jesús a sus discípulos esta comparación: "¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? Un discípulo no es más que su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano".No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni arbol dañado, que dé fruto sano. cada arbol se conoce por su fruto; porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca. Palabra del Señor.
Reflexión
Jesús se ocupa de formar sus discípulos para que puedan vivir su misión evangelizadora. La función del discípulo de Jesús no se termina con lograr su propia formación, el discípulo y la discípula son enviados a ser testigos que viven coherentemente la fe y viven lo que enseñan. No podemos maltratar a los otros bajo el pretexto de ayudarle. A lo que Jesús nos llama es a mirarnos bien al espejo de nuestra realidad para poder ser capaces de superar
nuestras propias limitaciones, y luego, con mucha humildad, y delicada fraternidad, tratar de ayudar a los demás a tomar conciencia de los elementos que deben superar en el ejercicio de su vida, como seguidores de Jesús.
Quien quiere convertirse en un verdadero seguidor de Jesús y ser como él, deberá aprender a corregirse a sí mismo en vez de pretender corregir a los demás. De lo contrario, será como el ciego que pretende guiar a otro ciego. La verdadera compasión y corrección fraterna parte de la humildad y no de la superioridad. Pidamos al Señor la humildad necesaria para buscar en él al único maestro que puede guiar nuestra vida y ponerla al servicio de nuestros hermanos y hermanas.
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