“El Evangelio de Hoy”: Mt 11,
25-27
Lectura del santo evangelio
según san Mateo:
En aquel tiempo, Jesús exclamó: "Te doy
gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los
sabios y entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así
te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo
más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo
se lo quiera revelar". Palabra del Señor.
Reflexión
La lógica de Jesús es totalmente diferente a la
dominante en su tiempo. Su agradecimiento a Dios no lo hace por los que social
y públicamente han logrado posicionarse y gozar de prestigio y reconocimiento
sino por aquellos que son capaces de abrirse a la voluntad de Dios. Dios es tan
bueno que nos ha creado de manera tal que sólo los pequeños, los humildes, los
que no tienen afán de grandezas, pueden darse cuenta de la verdad fundamental y
disponerse a vivir poniendo la confianza en su creador. La sabiduría
del “mundo” no garantiza la realización humana. Todos los avances de las
ciencias no han logrado acabar con el hambre, por poner un ejemplo…
Reconocer en Jesús el rostro de Dios cuidando a
los más necesitados es una muestra de gran y profunda sabiduría. Ser sabios es
asumir las actitudes que cuiden la vida y la impulsen hacia la eternidad. No
vivir de la inmediatez sino trascender el espacio y el tiempo para internarse
en el misterio mismo de nuestra existencia como imagen y semejanza de Dios.
Esto, solo los pequeños lo pueden comprender, solo ellos pueden entrar en este
misterio.
Seamos sabios, aprendamos a vivir en comunión. No
nos dejemos arrastrar por la ignorancia y la falta de verdadera instrucción.
Nunca pongamos nuestra seguridad en lo que “sabemos”. Depositemos nuestra
confianza en el Señor que elevará infinitamente nuestras capacidades hasta
dotarnos de la decisión de darlo todo por los demás sin buscar beneficios
particulares. La sabiduría que busca dominar los otros, solo aporta
desigualdades e injusticias. Como Jesús coloquemos en alto el valor de la
persona en su singularidad y el valor del amor como una dinámica de
transformación de las relaciones humanas.
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