Una reflexión del Evangelio en perspectiva teológico-pastoral para animar desde la liturgia, la vida de fe en su compromiso personal y comunitario
viernes, 26 de febrero de 2021
RECONCÍLIATE CON TU PRÓJIMO
“El Evangelio de Hoy”: Mt 5,20-26.
Lectura del santo evangelio según san Mateo:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
"Si no son mejores que los escribas y fariseos, no entrarán en el reino de
los cielos. Han oído que se dijo a los antiguos: "No matarás", y el
que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su
hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano "imbécil", tendrá
que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama "renegado", merece la
condena del fuego. Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre
el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja
allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y
entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito, procura
arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue
al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no
saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto. Palabra del
Señor.
Reflexión
Dios siempre puede hacer algo para salvarnos, para
él nadie está definitivamente perdido. Su gloria es la vida de sus criaturas,
pero somos llamados a optar libre y conscientemente por la salvación que Dios
nos ofrece.No hay nada garantizado en la maldad del malvado o en la
bondad del justo. La suerte de uno u otro, puede cambiar. Jesús nos invita a
esforzarnos por superar las formalidades religiosas y a integrarnos en la
construcción de su Reino: “Si no son mejores que los escribas y fariseos, no
entrarán en el Reino de los cielos”. La puesta en práctica de los valores de
ese Reino, pone en entredicho muchas creencias y prácticas religiosas que
atentan contra ellos. El evangelio de Hoy reclama una mayor coherencia de
nuestra parte: “Por tanto…vete primero a reconciliarte con tu hermano, y
entonces vuelve a presentar su ofrenda”. La fraternidad que nace de sabernos
todos y todas hijos e hijas del mismo Padre Bueno y misericordioso. La
conversión y la religiosidad pasan por el amor y el servicio hacia nuestro
prójimo.
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