EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

jueves, 27 de agosto de 2020

VIVOS, DESPIERTOS, VIGILANTES




“El Evangelio de Hoy”: Mt 24, 42-51

Lectura del santo evangelio según san Mateo:

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Estén en vela, porque no saben qué día vendrá su Señor. Comprendan que, si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso estén también ustedes preparados, porque a la hora que menos piensen viene el Hijo del Hombre. ¿Dónde hay un criado fiel y cuidadoso, a quien el amo encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas? Pues dichosos ese criado si el amo, al llegar, lo encuentra portándose así. Les aseguro que le confiará la administración de todos sus bienes. Pero si el criado es un canalla y, pensando que su amo tardará, empieza a pegar a sus compañeros y a comer y a beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera llegará el amo y lo hará pedazos, como se merecen los hipócritas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes". Palabra del Señor.

Reflexión

Jesús insiste mucho sobre la vigilancia. Sabe lo distraído que somos los seres humanos. Sabe que nos acomodamos a lo fácil y que cuando lo que esperamos tarda en llegar, nos desesperamos y tiramos para otro lado. Sabemos que lo que Jesús enseña como camino de vida es la fraternidad, la justicia, en una palabra, el amor. Nosotros fácilmente reducimos la fe a palabras vacía.

La vigilancia hay que vivirla asumiendo actitudes. La primera, construir y constituir un capital espiritual que nos impulse a confiar en Dios y a superar la inseguridad que nos amenaza a diario. Una espiritualidad bien fundada es un capital que no puede ser sustraído por ninguna circunstancia y que nos da la fuerza necesaria para vencer los temores. La segunda, ejercer la tarea del administrador eficiente que con diligencia realiza sus deberes y cuida de aquellas personas que están a su cargo, ya que su deber no es ‘vigilar y castigar”, sino animar y promover.

El evangelio nos invita a buscar nuestra seguridad en el crecimiento de los valores humanos y espirituales y a compartir en comunidad ese camino de aprendizaje. No podemos quedarnos con cositas vividas por arribita.

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