Una reflexión del Evangelio en perspectiva teológico-pastoral para animar desde la liturgia, la vida de fe en su compromiso personal y comunitario
viernes, 17 de julio de 2020
LO PERMITIDO ES LA VIDA
“El Evangelio de Hoy”: Mt 12,1-8
Lectura del santo evangelio según san Mateo:
Un sábado de aquéllos, Jesús atravesaba un sembrado; los
discípulos, que tenían hambre, empezaron a arrancar espigas y a comérselas. Los
fariseos, al verlo, le dijeron: "Mira, tus discípulos están haciendo una
cosa que no está permitida en sábado". Les replicó: "¿No han leído lo
que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de
Dios y comieron de los panes presentados, cosa que no les estaba permitida ni a
él ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes. ¿Y no han leído en la Ley
que los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir en culpa?
Pues les digo que aquí hay uno que es más que el templo. Si comprendieran lo
que significa "quiero misericordia y no sacrificio", no condenarían a
los que no tienen culpa. Porque el Hijo del hombre es señor del sábado." Palabra
del Señor.
Reflexión
En toda organización social existe lo formal, visible y
estructural y existe lo que motiva todo eso, lo inspira y le da sentido. Es lo mismo
para las tradiciones religiosas. Se van formando poco a poco a partir de
experiencias personales que van siendo reconocidas y asumidas por otras
personas hasta formar comunidades y comuniones de comunidades que terminan
siendo grandes y necesitan dotarse de normas para poder sostenerse y mostrar
unidad. Las religiones e iglesias existen como caminos, canales o medios
organizados para guiar las personas hacia la salvación, la realización o felicidad.
Por eso creo que no deben analizar lo que pasa entre sus miembros no en función
de que vulnere una de sus normas o mandamientos internos, sino en cuanto ayude
o no a las personas en su marcha hacia Dios y su Reino.
El Evangelio de Hoy nos recuerda la actitud y enseñanza de
Jesús en este sentido: el hombre es señor del sábado. La importancia de vivir
la misericordia y de no condenar a los que no tienen culpa. Lo que constituye
culpa es lo que reduce y quita la vida, lo que no permite que las personas
estén en salud y vivan la alegría de saberse hijos e hijas amados de Dios. Así
que pidamos a Jesús que nos afiance en la defensa de la vida y en la práctica
de la misericordia. Hagamos hasta lo imposible por defender a los demás,
especialmente a los más frágiles y amenazados de nuestros espacios de vida.
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