Una reflexión del Evangelio en perspectiva teológico-pastoral para animar desde la liturgia, la vida de fe en su compromiso personal y comunitario
martes, 5 de mayo de 2020
CREER PARA SABER
“El Evangelio de Hoy”: Jn 10, 22-30
Lectura del santo evangelio según san Juan:
Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era
invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón. Los
judíos, rodeándolo, le preguntaban: "¿Hasta cuándo nos vas a tener en
suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente." Jesús les respondió:
"Se lo he dicho, y no creen; las obras que yo hago en nombre de mi Padre,
ésas dan testimonio de mí. Pero ustedes no creen, porque no son ovejas mías.
Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy
la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano.
Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la
mano del Padre. Yo y el Padre somos uno. Palabra del Señor.
Reflexión
Cómo nos va en la
cuarentena por el covid19? No olvidemos que estos asuntos hay que vivirlo con
conciencia, despiertos, de lo contrario, cualquier día nos cansamos y
nos distraemos, echando por el suelo lo logrado hasta este momento. Parte del
Evangelio de Hoy ya lo habíamos reflexionado el domingo pasado. Jesús responde
de manera contundente a los líderes judíos que lo exasperan con sus preguntas.
Para poder reconocer a Jesús como el enviado, el Mesías, el Hijo de Dios y
Salvador, hay que escucharle y sentirse atraídos por Él, llamado a seguirle y
dispuestos a hacerlo con alegría, con sentido fraterno y entusiasmo. Los
dirigentes judíos no lo reconocen pues están concentrados en cumplir con su
religión, sin tomar en cuenta a sus hermanos y hermanas. Solo le interesa la
formalidad y la tradición religiosa, sin novedad, sin creatividad, sin vida. Al evangelista San Juan le gusta
enfatizar la relación existente entre Jesús y su Padre Dios, relación de
unidad: “mi Padre y yo somos una sola cosa”.
Avanzamos en el tiempo Pascual, el
Señor nos confirma en la fe y refuerza nuestro compromiso. En el evangelio
de hoy, marcado por el conflicto con los jefes del pueblo judío, Jesús insiste
en la necesidad de escuchar su voz, Él nos conoce y nosotros somos llamados a
seguirlo. Conocimiento mutuo, atención a lo que dice Jesús. Esa es la relación
que debe existir entre nosotros, creyentes y Jesús, Maestro de amor. Diálogo
basado en un conocimiento mutuo. La misión de Jesús en el mundo es la de dar la
vida y superar la muerte. La suya es también nuestra misión. Jesús es capaz de
entregar su propia vida en misión, con toda su confianza puesta en Dios.
Por eso podemos confiar en él hasta siempre
pues su misión siempre será darnos vida en abundancia. Ahora que la muerte
campea por unos países más que en otros somos urgidos a poner nuestra confianza
en el Señor.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario