EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

domingo, 11 de agosto de 2019

ATENCIÓN!


“El Evangelio de Hoy” Lc 12, 32-48.

Lectura del santo evangelio según san Lucas
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No temas, pequeño rebaño: porque su Padre ha tenido a bien darles el reino. Vendan sus bienes, y den limosna; háganse talegas que no se echen a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde esté su tesoro, allí estará también su corazón. Tengan ceñida la cintura y encendidas las lámparas: ustedes están como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle, apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela: les aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y si llega entrada la noche o de madrugada, y los encuentra así, dichosos ellos. Comprendan que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo ustedes, estén preparados, porque a la hora que menos piensen, viene el Hijo del hombre. Pedro le preguntó: - Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos? El Señor le respondió: - ¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo al llegar lo encuentre portándose así. Les aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa: «Mi amo tarda en llegar», y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio mucho se le exigirá; al que mucho se le confió más se le exigirá. Palabra del Señor.

Reflexión

Las primeras generaciones cristianas se vieron muy obligadas a plantearse una cuestión decisiva. La venida de Cristo resucitado se retrasaba más de lo que habían pensado en un comienzo. La espera se les hacía larga. En los evangelios encontramos diversas exhortaciones, parábolas y llamadas que sólo tienen un objetivo: mantener viva la responsabilidad de las comunidades cristianas. Una de las llamadas más conocidas era: «Tengan ceñida la cintura y encendidas las lámparas». Las dos imágenes son muy expresivas. Indican la actitud que han de tener los criados que están esperando de noche a que regrese su señor, para abrirle el portón de la casa en cuanto llame.
Uno de los obstáculos más importantes para impulsar la transformación que necesita hoy la Iglesia y la sociedad es la pasividad generalizada de los cristianos. Por eso, hemos de valorar, cuidar y agradecer tanto el despertar de una nueva conciencia en muchos laicos y laicas que junto a los consagrados viven hoy su adhesión a Cristo y su pertenencia a la Iglesia de un modo lúcido y responsable. Es, sin duda, uno de los frutos más valiosos de las aplicaciones del Vaticano II.
Estamos llamados a ser hoy el fermento de unas parroquias y comunidades renovadas en torno al seguimiento fiel a Jesús. Los laicos comprometidos on el mayor potencial del cristianismo. Los necesitamos más que nunca para construir una Iglesia abierta a los problemas del mundo actual, y cercana a los hombres y mujeres de hoy.

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