EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

domingo, 30 de junio de 2019

SIGAMOS A JESÚS


“El Evangelio de Hoy”: Lc 9, 51-62

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9,51-62

Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante.
De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron:
- Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?
Él se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea.
Mientras iban de camino, le dijo uno:
- Te seguiré adonde vayas.
Jesús le respondió:
- Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.
A otro le dijo: - Sígueme.
Él respondió: - Déjame primero ir a enterrar a mi padre.
Le contestó: - Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.
Otro le dijo: - Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.
Jesús le contestó: - El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.  Palabra del Señor

REFLEXIÓN

Ser cristiano no es tener fe sino irse haciendo creyente. Con frecuencia, entendemos la vida cristiana de una manera muy estática y no la vivimos como un proceso de crecimiento y seguimiento constante a Jesús. Sin embargo, en realidad, se es cristiano cuando se está caminando tras las huellas de Jesús. Por eso, quizás deberíamos decir que somos cristianos, pero, sobre todo, nos vamos haciendo cristianos en la medida en que nos atrevemos a seguir a Jesús.

Para muchos, la vida cristiana se reduce más o menos a vivir una moral muy general que consiste sencillamente en «hacer el bien y evitar el mal». Eso es todo. No han entendido que el seguimiento a Jesús es algo mucho más profundo y vivo, y de exigencias más concretas. Se trata de irnos abriendo dócilmente al Espíritu de Jesús para vivir como él vivió y pasar por donde él pasó. Por eso, el cristiano no sólo evita el mal, sino que lucha contra el mal y la injusticia como lo hizo Jesús, para eliminarlos y suprimirlos de entre los hombres. No sólo hace el bien, sino que lucha por un mundo mejor, adoptando la postura concreta de Jesús y tomando sus mismas opciones.

A veces pensamos que es difícil saber cuál es la voluntad de Dios en nuestra vida. Pero es lo único que puede infundir verdadera alegría a nuestra vida. Cuando el creyente se esfuerza por seguir a Jesús día a día, va experimentando de manera creciente que sin ese "seguir a Jesús", su vida sería menos vida, más inerte, más vacía y más sin sentido.

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