“El
Evangelio de Hoy”: Mc 9, 29-36.
Lectura del
santo evangelio según san Marcos
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará». Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a
Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: « ¿De qué discutían por el camino?».
Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más
importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser
primero, que sea el último de todos y el servidor de todos». Y, acercando a un
niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño
como este en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí,
sino al que me ha enviado». Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
No entendemos
a Jesús y nos da miedo profundizar en su mensaje. Queremos que Jesús nos
enseñe lo que ya nosotros sabemos y nos acomoda. Los discípulos se avergüenzan
de andar preocupados de puestos e importancias mundanas. ¿Cuáles son hoy
nuestras ambiciones? "Quien quiera ser el primero, que sea el último
de todos y el servidor de todos". En el grupo que sigue a Jesús, el que
quiera sobresalir y ser más que los demás, se ha de poner el último, detrás de
todos; así podrá ver qué es lo que necesitan y podrá ser servidor de todos. La
verdadera grandeza consiste en servir. Para Jesús, el primero no es el que
ocupa un cargo de importancia, sino quien vive sirviendo y ayudando a los
demás. Los primeros en la Iglesia no son los jerarcas sino esas personas
sencillas que viven ayudando a quienes encuentran en su camino.
Para Jesús,
su Iglesia debería ser un espacio donde todos piensan en los demás. Una
comunidad donde estamos atentos a quien nos puede necesitar. Necesidades
materiales y no materiales como el apoyo mutuo, la oración, el perdón… En el
centro de la Iglesia de Jesús ha de estar siempre ese niño que el abraza y pone
de ejemplo, símbolo de las personas débiles y desvalidas, los necesitados de
apoyo, defensa y acogida. No han de estar fuera, junto a la puerta. Han de
ocupar el centro de nuestra atención. El camino para acoger a Dios es
acoger a su Hijo Jesús presente en los pequeños, los indefensos, los pobres y
desvalidos. Tenemos mucho que aprender para ser felices desde ya. Que vivan un
martes agradable.
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