“El Evangelio de Hoy”: Lc 6, 6-11
Lectura del santo
evangelio según san Lucas:
Un sábado, entró Jesús en la
sinagoga a enseñar. Había allí un hombre que tenía parálisis en el brazo
derecho. Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en
sábado, y encontrar de qué acusarlo. Pero él, sabiendo lo que pensaban, dijo al
hombre del brazo paralítico: "Levántate y ponte ahí en medio." Él se
levantó y se quedó en pie. Jesús les dijo: "Les voy a hacer una pregunta:
¿Qué está permitido en sábado: hacer el bien o el mal, salvar a uno o dejarlo
morir?" Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo al hombre:
"Extiende el brazo." Él lo hizo, y su brazo quedó restablecido. Ellos
se pusieron furiosos y discutían qué había que hacer con Jesús. Palabra del Señor.
Reflexión
Cuando Jesús restablece la salud, la normalidad del
brazo de este hombre está ayudándolo a ser persona, a poder ganar su sustento
dignamente con su trabajo. Restaurar la capacidad de trabajar es un
signo claramente mesiánico y profético que le da de nuevo a la persona el poder
de participar de la vida común. Es decir, la sanación es un proceso de
liberación que fundamenta la posibilidad de ser libres y de actuar en libertad. Jesús
nos sana y nos libera. Todo seguidor de Jesús está llamado a estar a favor de
la vida y nunca en contra. Por ello nuestra Iglesia está en contra del aborto,
en contra de la pena de muerte, en contra de las guerras y todo tipo de
violencia generadora de sufrimientos, duelos y tristezas. Cualquier otra
postura sería una contradicción, incluso entre los más conservadores y
fanáticos. Por eso sus detractores guardan silencio y Jesús debe interpretar
ese silencio a favor de la persona lisiada.
La misión de Jesús es
aportar la Buena Noticia. Es buena noticia vivir sanos, libres de enfermedades
y preocupaciones enfermizas. Esto no gusta a los fariseos y escribas porque
pone en evidencia un sistema que aliena en vez de liberar, que esclaviza en vez
de salvar. El peligro es el de cumplir con asuntos religiosos para quedar bien
con Dios y que después él nos pague en el más allá. Jesús nos enseña, con
hechos y palabras que “Hoy ha llegado la salvación”, no hay que hipotecar el
presente por miedo al futuro, hoy podemos ir gustando y disfrutando los
beneficios de la presencia del Dios con nosotros. Aunque sabemos que la
salvación definitiva es mucho más que la salud del cuerpo, apurémonos por ser
eficaces en la práctica de nuestra fe. Seamos remedio a los males que hacen
sufrir a quienes nos rodean. Dejemos pasar a través de nosotros el amor de Dios
por su pueblo y especialmente a favor de los más necesitados, como lo hace
Jesús.
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