EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

domingo, 30 de abril de 2017

LOS DISCÍPULOS DE EMAÚS

“El Evangelio de Hoy” Lc 24, 13-35

Lectura del santo evangelio según san Lucas

Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo: -«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?» Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó: -«¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?» Él les preguntó:        -« ¿Qué?» Ellos le contestaron: -«Lo de Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron.» Entonces Jesús les dijo: ¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria? » Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo: -«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída.» Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció. Ellos comentaron: -«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?» Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: -«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.» Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

El relato de los discípulos de Emaús nos describe la experiencia vivida por dos seguidores de Jesús yendo desde Jerusalén hacia Emaús. Muerto Jesús, el grupo se va deshaciendo. Sin él, no tiene sentido seguir reunidos. El sueño se ha desvanecido. Al morir Jesús, muere también la esperanza que había despertado en sus corazones. Sin embargo, estos discípulos siguen hablando de Jesús. No lo pueden olvidar. Comentan lo sucedido. Tratan de buscarle algún sentido a lo que han vivido junto a él. «Mientras conversan, Jesús se acerca y se pone a caminar con ellos». Es el primer gesto del Resucitado. Aunque no lo reconocen, Jesús está de nuevo con ellos en su vida.

Jesús se acerca cuando los discípulos lo recuerdan y hablan de él. Se hace presente allí donde se comenta su evangelio, donde hay interés por su mensaje, donde se conversa sobre su estilo de vida y su proyecto. ¿Hablamos nosotros de Jesús y de su Reino? Él está interesado en conversar con los discípulos de Emaús y con nosotros también. No se impone revelándoles su identidad. Les pide que sigan contando su experiencia. Conversando con él, irán descubriendo su ceguera. Se les abrirán los ojos cuando, guiados por su palabra, hagan un recorrido interior. Es así. Si en la Iglesia hablamos más de Jesús y conversamos más con él, nuestra fe revivirá.


Los discípulos le hablan de sus expectativas y decepciones; Jesús les ayuda a ahondar en la identidad del Mesías crucificado. El corazón de los discípulos comienza a arder; sienten necesidad de que aquel "desconocido" se quede con ellos. Al celebrar la cena eucarística, se les abren los ojos y lo reconocen: ¡Jesús está con ellos! Los seguidores de Jesús hemos de recordar más a nuestro Maestro: citar sus palabras, comentar su estilo de vida, ahondar en su proyecto, continuando su misión. Nadie ha de estar más presente. Jesús camina junto a nosotros.

sábado, 29 de abril de 2017

CONFIEMOS EN jESÚS

“El Evangelio de Hoy”: Jn 6,16-21

Lectura del santo evangelio según san Juan:

Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al lago, embarcaron y empezaron a atravesar hacia Cafarnaúm. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. Habían remado unos cinco o seis kilómetros, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el lago, y se asustaron. Pero él les dijo: "Soy yo, no teman." Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio a donde iban. Palabra del Señor.

Reflexión

Hoy somos invitados a dejarnos acompañar por Jesús en los momentos oscuros de nuestra vida. Todos y todas sentimos, en momentos precisos de nuestra vida, que nos llega la noche. Las tormentas nos abaten, los problemas nos agobian por todos lados. Se nos caen todos los “palitos” juntos. Cuando nos vemos arropados por situaciones que escapan a nuestras posibilidades de salir adelante, ya sea por enfermedades, duelos, problemas familiares, vicios, problemas económicos fuertes, deudas impagables… dejémonos alcanzar por Jesús. El nos ha prometido estar siempre con nosotros para aliviarnos la carga y consolarnos con su fuerza. 


En tiempos de calamidades se hace necesario sentir la presencia abrazadora de Dios, pues justamente en estos momentos la gracia y el amor del Padre nos ayudan a vencer nuestros miedos y a cultivar la esperanza. Y no olvidemos que Jesús nos llama a ser parte de la solución de nuestros problemas y de los de nuestros hermanos y hermanas. Se vemos a alguien en apuros, no tardemos en acudir en su ayuda… así lo hiso Jesús y vive eternamente. Amén

jueves, 27 de abril de 2017

TENER VIDA EN ÉL

“El Evangelio de Hoy”: Jn 3, 31-36

Lectura del santo evangelio según san Juan:

El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica la veracidad de Dios. El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él. Palabra del Señor.

Reflexión

El Evangelio de Hoy nos recuerda que Dios se ha encarnado en la historia humana en la persona de Jesús, para asumir esta historia y salvarla. La vida de Jesús, sus actitudes en los diferentes momentos enfrentados por él, sus respuestas a los problemas que se les presentaron, su visión del mundo presente y futuro, toda su vida es para nosotros una enseñanza vital. Por eso Jesús es la nueva alianza de Dios con la humanidad. Siguiéndolo a él tendremos vida aunque tengamos que pasar por la muerte.

Tanto ha amado Dios al Mundo que le ha entregado a su propio hijo para que el mundo entero se salve por él. Por eso es que el evangelista San Juan insiste tanto en Jesús como testimonio de la verdad que aporta la vida. Aceptar a Jesús, su testimonio y enseñanza es comprometerse a seguirle, asumiendo su propia misión de amor y misericordia. Busquemos la manera práctica y concreta de asumir este testimonio misionero y dejémonos guiar por el Espíritu Santo en la tarea de vivir nuestra fe.

miércoles, 26 de abril de 2017

PARA QUE EL MUNDO SE SALVE

“El Evangelio de Hoy”: Jn 3,16-21

Lectura del santo evangelio según san Juan:

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios. Palabra del Señor.

Reflexión

“No hay mayor amor que dar la vida por sus amigos”, había afirmado un día Jesús a sus discípulos. En el Evangelio de Hoy nos lo recuerda y nos dice que esa ha sido la muestra del amor de Dios por nosotros, la entrega de su propio hijo como muestra de amor. Ahora podemos optar por la vida aún en medio de la amenaza de muerte. Esta manera de Jesús enseñar contradice la manera judía en el sentido de que destaca la misericordia y la compasión de Dios, mientras que hasta entonces se enseñaba el cumplimiento de la ley como camino de salvación.

Se sigue afirmando la libertad humana para optar por lo que quiere. Dios ofrece luz, vida, alegría; nosotros podemos rechazarlo prefiriendo la oscuridad y la muerte.  Jesús nos muestra el camino de vida definitiva, Dios vence a la muerte y por medio de su Hijo nos invita a que alcancemos la plenitud de esta vida en comunidad. El camino es el amor, el don de sí y la confianza 

sábado, 22 de abril de 2017

LES ECHÓ EN CARA SU INCREDULIDAD

“El Evangelio de Hoy”: Mc 16, 9-15

Lectura del santo evangelio según san Marcos:

Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando. Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron. Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando a una finca. También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron. Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo: "Vayan al mundo entero y proclamen el Evangelio a toda la creación." Palabra del Señor.

Reflexión

El Evangelio de Hoy, tomado de San Marcos, comienza resumiéndonos las primeras apariciones de Jesús resucitado a los miembros de su grupo y el cómo lo hace. Marcos señala  la incredulidad de la comunidad frente a los testigos que cuentan sus experiencias de que Jesús se le manifiesta vivo. No le creen a María Magdalena ni a los discípulos que iban hacia Emaús. Cuando se aparece a los once, les  dice: “Felices los que crean sin haber visto” (Jn 20,29).

El Evangelio de San Marcos subraya la resistencia de los discípulos creer. Seguramente para insistir en que la fe en Jesús pasa por la fe en las personas que dan testimonio de él, y porque no hay que desanimarse cuando la falta de fe. El testimonio de otros puede animarnos y contagiarnos. Las dudas se irán despejando en el proceso de búsqueda sincera de encuentro con Jesús. Hasta los once tuvieron dudas.  Jesús nos invita a creer, a ser testigos de su proyecto. Finalmente nos envía a anunciar la Buena Nueva en calidad de discípulos misioneros.

domingo, 9 de abril de 2017

DOMINGO DE RAMOS

“El Evangelio de Hoy”: Mt 26, 14-27, 66

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo:

C. En aquel tiempo uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:
S. "¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego?"
C. Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo. El primer día de los ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
S. "¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?"
C. Él contestó:
+ "Id a casa de Fulano y decidle: "El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos"".
C. Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:
+ "Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar".
C. Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
S. "¿Soy yo acaso, Señor?"
C. Él respondió:
+ "El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va como está escrito de él; pero ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!, más le valdría no haber nacido".
C. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
S. "¿Soy yo acaso, Maestro?".
C. Él respondió:
+ "Así es".
C. Durante la cena, Jesús cogió pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a los discípulos diciendo:
+ "Tomad, comed: esto es mi cuerpo".
C. Y cogiendo un cáliz pronunció la acción de gracias y se lo pasó diciendo:
+ "Bebed todos; porque ésta es mi sangre, sangre de la alianza derramada por todos para el perdón de los pecados. Y os digo que no beberé más del fruto de la vid hasta el día que beba con vosotros el vino nuevo en el Reino de mi Padre"
C. Cantaron el salmo y salieron para el monte de los Olivos. Entonces Jesús les dijo:
+ "Esta noche vais a caer todos por mi causa, porque está escrito: "Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño". Pero cuando resucite, iré antes que vosotros a Galilea".
C. Pedro replicó:
S. "Aunque todos caigan por tu causa, yo jamás caeré".
C. Jesús les dijo:
+ "Te aseguro que esta noche, antes que el gallo cante tres veces, me negarás".
C. Pedro le replicó:
S. "Aunque tenga que morir contigo, no te negaré".
C. Y lo mismo decían los demás discípulos. Entonces Jesús fue con ellos a un huerto, llamado Getsemaní, y les dijo:
+ "Sentaos aquí mientras voy allá a orar".
C. Y llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a entristecerse y a angustiarse. Entonces dijo:
+ "Me muero de tristeza: quedaos aquí y velad conmigo".
C. Y adelantándose un poco cayó rostro en tierra y oraba diciendo:
+ "Padre mío, si es posible, que pase y se aleje d mí ese cáliz. pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres".
C. Y se acercó a los discípulos y los encontró dormidos. Dijo a Pedro:
+ "¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu es decidido, pero la carne es débil".
C. De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo:
+ "Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad".
C. Y viniendo otra vez, los encontró dormidos, porque estaban muertos de sueño. Dejándolos de nuevo, por tercera vez oraba repitiendo las mismas palabras. Luego se acercó a sus discípulos y les dijo:
+ "Ya podéis dormir y descansar. Mirad, está cerca la hora y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega".
C. Todavía estaba hablando, cuando apareció Judas, uno de los Doce, acompañado de un tropel de gente, con espadas y palos, mandado por los sumos sacerdotes y los senadores del pueblo. El traidor les había dado esta contraseña:
S. "Al que yo bese, ése es: detenedlo".
C. Después se acercó a Jesús y le dijo:
S. "¡Salve, Maestro!"
C. Y lo besó. Pero Jesús le contestó:
+ "Amigo, ¿a qué vienes?"
C. Entonces se acercaron a Jesús y le echaron mano para detenerlo. Uno de los que estaban con él agarró la espada, la desenvainó y de un tajo le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote. Jesús le dijo:
+ "Envaina la espada: quien usa espada, a espada morirá. ¿Piensas tú que no puedo acudir a mi Padre? Él me mandaría en seguida más de doce legiones de ángeles. Pero entonces no se cumpliría la Escritura que dice que esto tiene que pasar".
C. Entonces dijo Jesús a la gente:
+ "Habéis salido a prenderme con espadas y palos como a un bandido? A diario me sentaba en el templo a enseñar y, sin embargo, no me detuvisteis".
C. Todo esto ocurrió para que se cumpliera lo que escribieron los profetas. En aquel momento todos los discípulos lo abandonaron y huyeron. Los que detuvieron a Jesús lo llevaron a casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde se había reunido los letrados y los senadores. Pedro lo seguía de lejos hasta el palacio del sumo sacerdote y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver en qué paraba aquello. Los sumos sacerdotes y el consejo en pleno buscaban un falso testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte y no lo encontraban, a pesar de los muchos falsos testigos que comparecían. Finalmente, comparecieron dos que declararon:
S. "Este ha dicho: "Puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días".
C. El sumo sacerdote se puso en pie y le dijo:
S. "¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti?"
C. Pero Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo:
S. "Te conjuro por Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios".
C. Jesús respondió:
+ "Tú lo has dicho. Más aún, yo os digo: desde ahora veréis que el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene sobre las nubes del cielo."
C. Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras diciendo:
S. "Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué decidís?"
C. Y ellos contestaron:
S. "Es reo de muerte".
C. Entonces le escupieron a la cara y lo abofetearon; otros lo golpearon diciendo:
S. "Haz de profeta, Mesías; dinos quién te ha pegado".
S. Pedro estaba sentado fuera en el patio y se le acercó una criada y le dijo:
S. "También tú andabas con Jesús el Galileo".
C. Él lo negó delante de todos diciendo:
C. "No sé qué quieres decir".
C. Y al salir al portal lo vio otra y dijo a los que estaban allí:
S. "Este andaba con Jesús el Nazareno".
C. Otra vez negó él con juramento:
S. "No conozco a ese hombre".
C. Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron: "Seguro; tú también eres de ellos, se te nota en el acento".
C. Entonces él se puso a echar maldiciones y a jurar diciendo:
S. "No conozco a ese hombre".
C. Y en seguida cantó el gallo. Pedro se acordó de aquellas palabras de Jesús: "Antes de que cante el gallo me negarás tres veces". Y saliendo afuera, lloró amargamente.
Al hacerse de día, todos los sumos sacerdotes y los senadores del pueblo se reunieron para preparar la condena a muerte de Jesús. Y atándolo lo llevaron y lo entregaron a Pilato, el gobernador. Entonces el traidor sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de palta a los sumos sacerdotes y senadores diciendo:
S. "He pecado, he entregado a la muerte a un inocente".
C. Pero ellos dijeron:
S. "¿A nosotros qué? ¡Allá tú!"
C. Él, arrojando las monedas en el templo, se marchó; y fue y se ahorcó. Los sacerdotes, recogiendo las monedas, dijeron:
S. "No es lícito echarlas en el arca de las ofrendas porque son precio de sangre".
C. Y, después de discutirlo, compraron con ellas el Campo del Alfarero para cementerio de forasteros. Por eso aquel campo se llama todavía "Campo de Sangre". Así se cumplió lo escrito por Jeremías el profeta: "Y tomaron las treinta monedas de plata, el precio de uno que fue tasado, según la tasa de los hijos de Israel, y pagaron con ellas el Campo del Alfarero, como me lo había ordenado el Señor".
Jesús fue llevado ante el gobernador, y el gobernador le preguntó:
S. "¿Eres tú el rey de los judíos?"
C. Jesús respondió:
+ "Tú lo dices".
C. Y mientras la acusaban los sumos sacerdotes y los senadores no contestaba nada. Entonces Pilato le preguntó:
S. "¿No oyes cuántos cargos presentan contra ti?"
C. Como no contestaba a ninguna pregunta, el gobernador estaba muy extrañado. Por la fiesta, el gobernador solía soltar un preso, el que la gente quisiera. Tenía entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Cuando la gente acudió, dijo Pilato:
S. "¿A quién quieren que les suelte, a Barrabás o a Jesús, a quien llaman Mesías?"
C. Pues sabía que se lo habían entregado por envidia. Y mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó a decir:
S. "No te metas con ese justo porque esta noche he sufrido mucho soñando con él"
C. Pero los sumos sacerdotes y los senadores convencieron a la gente que pidieran el indulto de Barrabás y la muerte de Jesús. El gobernador preguntó:
S. "¿A cuál de los dos queréis que os suelte?"
C. Ellos dijeron:
S. "A Barrabás".
C. Pilato les preguntó:
S. "¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?"
C. Contestaron todos:
S. "¡Que lo crucifiquen!"
C. Pilato insistió:
S. "Pues ¿qué mal ha hecho?"
C. Pero ellos gritaban más fuerte:
S. "¡Que lo crucifiquen!"
C. Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos en presencia del pueblo, diciendo:
S. "Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!"
C. Y el pueblo contestó:
S. "¡Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!"
C. Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotado, lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía: lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y trenzando una corona de espinas se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y, doblando ante él la rodilla, se burlaban de él diciendo:
S. "¡Salve, rey de los judíos"!
C. Luego lo escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella en la cabeza. Y terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar. Al salir, encontraron un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que llevara la cruz.
C. Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir "La Calavera"), le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo, probó, pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa echándola a suertes y luego se sentaron a custodiarlo. Encima de la cabeza colocaron un letrero con la acusación: "Este es el Rey de los Judíos". Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban, lo injuriaban y decían meneando la cabeza:
S. "Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz".
C. Los sumos sacerdotes con los letrados y los senadores se burlaban también diciendo:
S. "A otros ha salvado y él no se puede salvar. ¿No es el rey de Israel? Que baje ahora de la cruz y le creeremos. ¿No ha confiado en Dios? Si tanto lo quiere Dios, que lo libre ahora. ¿No decía que era Hijo de Dios?".
C. Hasta los bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban.
Desde el mediodía hasta la media tarde vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A media tarde, Jesús gritó:
+ "Elí, Elí, lamá sabaktaní"
C. (Es decir:
+ "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?")
C. Al oírlo algunos de los que estaban allí dijeron:
S. "A Elías llama éste".
C. Uno de ellos fue corriendo; en seguida cogió una esponja empapada en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio de beber. Los demás decían:
S. "Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo".
C. Jesús dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu.
Entonces el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se rasgaron, las tumbas se abrieron y muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron. Después que él resucitó salieron de las tumbas, entraron en la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos. El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba dijeron aterrorizados:
S. "Realmente éste era Hijo de Dios"
C. Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para atenderle; entre ellas, María Magdalena y María, la madre de Santiago y José, y la madre de los Zebedeos.
Al anochecer llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Éste acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. María Magdalena y la otra María se quedaron allí sentadas enfrente del sepulcro.
A la mañana siguiente, pasado el día de la preparación, acudieron en grupo los sumos sacerdotes y los fariseos a Pilato y le dijeron:
S. "Señor, nos hemos acordado que aquel impostor estando en vida anunció: "A los tres días resucitaré". Por eso da orden de que vigilen el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vayan sus discípulos, se lleven el cuerpo y digan al pueblo: "Ha resucitado de entre los muertos". La última impostura sería peor que la primera. Pilato contestó:
S. "Ahí tenéis la guardia: id vosotros y asegurad la vigilancia como sabéis".
C. Ellos fueron, sellaron la pierda y con la guardia aseguraron la vigilancia del sepulcro.  Palabra del Señor.   

Reflexión

El largo relato de la pasión nos presenta a Jesús procesado, condenado y ejecutado por las autoridades religiosas y política. Jesús vivió dando vida, curando a los enfermos, animando a los deprimidos, perdonando a los pecadores y anunciando el Reino de Dios. Por eso no podemos atribuirles actitudes masoquistas ni suicidas. Nunca afirmó que el sufrimiento fuera bueno o querido por Dios. Tenemos que superar de una vez por todas el pensar que Dios nos pide sacrificio, dolores o hambre y sufrimientos. La causa de la ejecución de Jesús fue y sigue siendo hoy su compromiso con los más necesitados de una manera clara y sencilla. El no huía a las amenazas ni se escondía o reculaba. Su misión lo hacía profundizar cada vez con más fuerza su entrega y fidelidad al proyecto de Dios de construir un mundo cada vez más digno y humano para todos y todas. Cuando a nosotros nos visite algún problema, dificultades y demás situaciones, enfermedades y vivámoslas con  Fe y esperanza.


sábado, 8 de abril de 2017

DECIDIERON DARLE MUERTE

“El Evangelio de hoy”: Jn 11, 45-57

Lectura del santo evangelio según san Juan:

En aquel tiempo, muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron: "¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación." Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: "Ustedes no entienden ni palabra; no comprenden que les conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera." Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no sólo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos.
Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente con los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos. Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban: "¿Qué les parece? ¿No vendrá a la fiesta?" Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN


Es cuestión de tiempo para quitarlo de en medio. Siempre ha sido así, a quienes luchan por un cambio radical a favor de la dignidad de las personas y de la vida, o se calla o se elimina. Los círculos de poder actúan así. La sentencia está dictada, falta su ejecución. Es muy importante que lo entendamos bien: No es que Dios quisiera la muerte del Hijo, como parte de su designio salvífico, es que los hombres así lo han decidido: “Y aquel día, decidieron darle muerte”. Sería perverso pensar que la muerte de Jesús responda a un reclamo de Dios. El Padre quería que Jesús produjera vida en abundancia y por eso lo encontramos sanando, alentando a los deprimidos por distintas razones, perdonando y anunciando la forma de ganar vida. Nosotros también tenemos la misión de generar mejoría en la calidad de vida. 

viernes, 7 de abril de 2017

LIBERTAD Y ENTREGA DE JESÚS

“El Evangelio de Hoy”: Jn 10, 31-42

Lectura del santo evangelio según San Juan

En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús. Él les replicó: "Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?" Los judíos le contestaron: "No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios." Jesús les replicó: "¿No está escrito en vuestra ley: "Yo os digo: Sois dioses"? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y no puede fallar la Escritura), a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros que blasfema porque dice que es hijo de Dios? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre." Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: "Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de éste era verdad." Y muchos creyeron en él allí. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

Continuamos asistiendo al plan para acabar con Jesús. Ya el conflicto se eleva al máximo nivel de peligrosidad, los jefes judíos quieren linchar, definitivamente,  a Jesús. A la hora de bajarse a agarrar piedras para tirarle a Jesús, éste desaparece. Con esto quiere subraya la libertad de Jesús. Nadie le quita la vida, él la entrega libremente. Los jefes judíos están decididos a matarlo porque tiene la pretensión de estar actuando, no sólo en nombre de Dios sino en lugar de Dios.

Recordemos que Jesús había experimentado a Dios como su padre. Ahí comenzó su compromiso para anunciar la Buena noticia de que Dios es un padre amoroso que se complace en su Hijo y en sus hijos que somos nosotros y los demás. La fe en Jesús, Hijo de Dios, es un don que nos atrae a Jesús y nos hace entrar en su misterio de amor ilimitado. Somos llamados a amar como Jesús ama, no a los buenos como premio, sino a cada quien como es.

jueves, 6 de abril de 2017

NO CONOCERÁ MORIR PARA SIEMPRE

“El Evangelio de Hoy”: Jn 8, 51-59

Lectura del santo evangelio según san Juan:

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: "les aseguro: quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre." Los judíos le dijeron: "Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: "Quien guarde mi palabra no conocerá lo que es morir para siempre"? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?"
Jesús contestó: "Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien ustedes dicen: "Es nuestro Dios", aunque no lo conocen. Yo sí lo conozco, y si dijera: "No lo conozco" sería, como ustedes, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, su padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría." Los judíos le dijeron: "No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?" Jesús les dijo: "Les aseguro que antes que naciera Abrahán, existo yo." Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

Las discusiones que San Juan nos ofrece en este trozo Evangelio vemos cada vez con más profundidad, el misterio de Jesús en su doble relación con Dios y con la gente. Nos deja ver también la creciente oposición de los judíos frente a su manera de hablar de Dios y de actuar en su nombre. Aquí encontramos dos enseñanzas importantes: El poder dador de vida de  su palabra y la revelación de la divinidad de Jesús. Guardar la palabra de Jesús, no sólo es garantía de permanecer en él y en el Padre, sino también de vida eterna: “Les aseguro: quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre”. La muerte, como experiencia humana, es inevitable, pero con Jesús ya no es definitiva. Él ha abierto para todos un horizonte nuevo de esperanza que nos da valor para las luchas del tiempo presente. Escuchar su palabra y vivirla fielmente teniendo como referencia a Jesús mismo.

Fijémonos bien que Jesús no describe la vida después de la muerte, nos invita a creer y a esperar esta vida nueva que Dios prepara para nosotros. La segunda enseñanza que encontramos en este evangelio es la revelación de la divinidad de Jesús. Los judíos le preguntan, ¿Quién pretende tú ser? Y Jesús responde, “es el Padre quien me glorifica” porque yo le conozco y soy fiel a su palabra. Jesús realiza la voluntad del Padre, quien es el que glorifica al Hijo, dando cumplimiento en él a sus promesas. Danos la gracia, Señor, de entrar en la relación de amor que se da en Dios. Auméntanos la fe para poder ser fieles a tu Palabra viviendo la fraternidad y la justicia.

miércoles, 5 de abril de 2017

VERDAD QUE LIBERA

“El Evangelio de Hoy”: Jn 8, 31-42

Lectura del santo evangelio según san Juan:

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él: "Si se mantienen en mi palabra, serán de verdad discípulos míos; conocerán la verdad, y la verdad los hará libres." Le replicaron: "Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: "Serán libres"?" Jesús les contestó: "Les aseguro que quien comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo los hace libres, serán realmente libres. Ya sé que son linaje de Abrahán; sin embargo, tratan de matarme, porque no dan cabida a mis palabras. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero ustedes hacen lo que le han oído a su padre."
Ellos replicaron: "Nuestro padre es Abrahán." Jesús les dijo: "Si fueran hijos de Abrahán, harían lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratan de matarme a mí, que les he hablado de la verdad que le escuché a Dios, y eso no lo hizo Abrahán. Ustedes hacen lo que hace su padre." Le replicaron: "Nosotros no somos hijos de prostitutas; tenemos un solo padre: Dios." Jesús les contestó: "Si Dios fuera su padre, me amarían, porque yo salí de Dios, y aquí estoy. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

Nadie que crea en Dios puede, al mismo tiempo rechazar la vida creada, animada y sostenida por él. Eso es básico en las enseñanzas de Jesús. “Si se mantienen en mi palabra, serán de verdad discípulos míos; conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”. Tanto la libertad como la esclavitud se entienden en relación a la permanencia, o no, en la palabra de Jesús. No se trata de una permanencia pasiva en la fe, sino de una permanencia activa, es decir, de aquella fidelidad por la que encarnamos hoy las obras de Jesús, que son las obras de Dios a favor d la vida.  

La señal de que conocemos a Dios y de que tenemos fe en él es y será siempre vivir como Jesús. Jesús vivió amando, perdonando animando, acogiendo, sanando y liberando a las personas, en nombre de Dios a quien Jesús nos revela como el Padre bondadoso. Hagamos lo mismo en los ambientes que vivimos y eso será ya muestra de su salvación.

martes, 4 de abril de 2017

LA ENTREGA POR AMOR SUPERA EL SUFRIMIENTO

“El Evangelio de Hoy”: Jn 8, 21-30

Lectura del santo evangelio según san Juan:

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: "Yo me voy y me buscarán, y morirán por su pecado. Donde yo voy no pueden venir ustedes." Y los judíos comentaban: "¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: "Donde yo voy no pueden venir ustedes"? Y él continuaba: "Ustedes son de aquí abajo, yo soy de allá arriba: ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón les he dicho que morirán por sus pecados: pues, si no creen que yo soy, morirán por sus pecados." Ellos le decían: "¿Quién eres tú?" Jesús les contestó: "Ante todo, eso mismo que les estoy diciendo. Podría decir y condenar muchas cosas en ustedes; pero el que me envió es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él." Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre. Y entonces dijo Jesús: "Cuando levanten al Hijo del hombre, sabrán que yo soy, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada." Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN


El tema de la cruz no es el más popular en nuestro día. La cruz evoca sufrimiento y dolor que termina matando. Nuestras culturas anhelan el bienestar físico y material, el placer y el disfrute al máximo de la vida, por eso, hablar de la Cruz y la entrega de la vida, no tiene mucho sentido. De todas maneras, los creyentes hablamos de “Jesús levantado en lo alto”, entregando su vida por amor.  No estamos promoviendo el sufrimiento ni la infelicidad. Mirando a Jesús levantado en lo alto, celebramos un Dios amor, misericordia, proximidad y solidaridad con sus hijos e hijas. El sufrimiento de Jesús, su pasión y su cruz y su muerte nos recuerdan que todas las limitaciones, fracasos y dificultades  pueden ser vencidos. No hay manera de escapar al sufrimiento en distintos grados. Pidamos a Jesús que nos fortalezca para nosotros afrontar nuestra vida con responsabilidad y compromiso a favor de la vida.

lunes, 3 de abril de 2017

"TAMPOCO YO TE CONDENO"

“El Evangelio de Hoy”: Jn 8,1-11

Lectura del santo evangelio según san Juan:

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba. Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio y, colocándola en medio, le dijeron: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?" Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: "El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra." E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó: "Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?" Ella contestó: "Ninguno, Señor." Jesús dijo: "Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

Jesús no condena, ni a la mujer ni a los que la acusan. Su actitud frente a ellos y ella no busca la complicidad ni el consuelo mutuo frente a la realidad generalizada. Jesús ofrece el camino de la conversión, del cambio de vida. Jesús no puede apoyar un comportamiento social injusto que condena a las debilitadas mujeres mientras que sus sínicos verdugos campean y dominan todos los escenarios de su desigual sociedad. La justicia de Dios es justicia para la vida, no para la muerte.

En el horizonte de su justicia está la redención, el perdón de los pecados. En ese sentido, la muerte del pecador cierra la puerta a cualquier posibilidad de enderezar su rumbo. La misericordia de Dios no nos exime de la necesidad de la conversión: “Anda, y en adelante no peques más”. Si Dios actuara condenando al pecador, cuál sería nuestra suerte. Hoy es el día para aprender de Jesús, para vivir la misericordia y el perdón como hermanos y hermanas que somos. Construyamos una sociedad justa. Al modo de la justicia de Dios.

domingo, 2 de abril de 2017

LA VIDA ES PARA SIEMPRE

“El Evangelio de Hoy”: Jn 11, 1-45

Lectura del santo evangelio según san Juan:

En aquel tiempo, las hermanas mandaron recado a Jesús, diciendo: "Señor, tu amigo está enfermo." Jesús, al oírlo, dijo: "Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella." Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba. Sólo entonces dice a sus discípulos: "Vamos otra vez a Judea."
Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá." Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará." Marta respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día." Jesús le dice: "Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?" Ella le contestó: "Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo."
Jesús, sollozó y, muy conmovido, preguntó: "¿Donde lo habéis enterrado?" Le contestaron: "Señor, ven a verlo." Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: "¡Cómo lo quería!" Pero algunos dijeron: "Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?" Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro. Era una cavidad cubierta con una losa. Dice Jesús: "Quitad la losa." Marta, la hermana del muerto, le dice: "Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días." Jesús le dice: "¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?" Entonces quitaron la losa. Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: "Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado." Y dicho esto, gritó con voz potente: "Lázaro, ven afuera." El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: "Desátenlo y déjenlo andar."
Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Palabra del Señor.

Reflexión

Ya estamos en el quinto domingo y el próximo domingo iniciaremos la semana santa con el Domingo de Ramos. Hasta ahora hemos visto a Jesús, solo en el desierto frente a Satanás, siento tentado y saliendo vencedor, recurriendo a la Palabra de Dios, para responder a las tentaciones. Después fue la transfiguración de Jesús frente a sus discípulos, Pedro Santiago Y Juan, en la que Jesús les mostró parte de lo que sería su vida después de la resurrección. El tercer domingo de Cuaresma nos encontramos  con Jesús dialogando con la samaritana al borde del Pozo de Jacob, ofreciéndole y ofreciéndonos el agua viva de su vida que nos hace atravesar todos los momentos de nuestra vida y llegar hasta Dios. El domingo pasado Jesús nos hace ver más de cerca y más claro, su amor y su misericordia, a través de la curación del ciego de nacimiento. Y hoy nos confronta con la muerte, la de Lázaro y la nuestra para llamarnos a salir de nuestros sepulcros y a vivir libres de ataduras y de miedos.

¿Cuál es nuestra posición frente a la muerte? Jesús llora no solamente por lázaro, sino por toda la humanidad que no sabe qué hacer frente a esta realidad dolorosa que es la muerte. Jesús nos invita a afrontar la muerte con las herramientas de nuestra fe. Con la confianza puesta en la bondad, la misericordia, la compasión y la promesa de Dios, quien nos ha prometido vida plena y eterna. Él sabrá cómo transformarnos y hacernos vivir para siempre. Somos limitados, somos frágiles, no tenemos respuestas para todo, pero podemos contar con el amor ilimitado de Dios por nosotros. Vivamos nuestra relación con los demás como quienes esperan de Dios el consuelo y la salvación. Aprovechemos bien cada día de nuestra vida para hacer lo que nos gusta y no nos olvidemos del amor y de la justicia. Si creemos en Jesús y vivimos en consecuencia, tendremos vida para siempre.