“El
Evangelio de Hoy”: Lc 4, 24-30
Lectura del santo evangelio según san Lucas:
En aquel tiempo, dijo Jesús al pueblo en la
sinagoga de Nazaret: "Les aseguro que ningún profeta es bien mirado en su
tierra. Les garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías,
cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre
en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a
una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en
Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado,
más que Naamán, el sirio."
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron
furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del
monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se
abrió paso entre ellos y se alejaba. Palabra del Señor.
Reflexión
El Evangelio de Hoy es la continuación del texto
en el que Jesús nos anuncia su misión Lc 4, 16-20. Jesús es el cumplimiento de
la promesa hecha por Dios de venir a salvar, liberar y evangelizar a los pobres
y oprimidos. Pero sus compatriotas de Nazaret no pueden creerlo, ellos pretenden
conocer a Jesús, el carpintero hijo de José. Eso les impide ver más allá de las
apariencias. Ningún profeta es bien recibido en su patria. Prevalecen los
prejuicios y las tradiciones que paralizan el avance de los pueblos. Cuando nos
organizamos en instituciones fuertes y bien delimitadas se nos olvida la
dinámica de renovación de la vida, caemos en la rutina y fosilizamos hasta
nuestra fe, siendo incapaces de escuchar la voz de Dios siempre nueva y
renovadora.
Entonces viene la Buena Noticia: A Dios nadie lo
detiene. Si las instituciones religiosas pierden su capacidad de animar la fe
de las personas, Dios se sirve de otras vías para revelar su amor y su
presencia en medio de su pueblo. La viuda de Sarepta y Naaman el sirio
representan las otras culturas, los no pertenecientes a la normalidad ni a la
oficialidad de lo religioso. A través de estos despreciados Dios muestra su
cercanía, su salvación. Los vecinos de Jesús en Nazaret se enfurecen, ¿cómo es
posible que Dios se valga de extranjeros, de paganos, de impuros? Imposible,
entonces buscan matar a Jesús. No podemos
pretender apropiarnos de Dios ni ponerlo a nuestro servicio personal como si
fuera un esclavo. Lo que nos pone en sintonía y hace que nos parezcamos a Dios
es el amor, el servicio, la presencia en la vida de los demás.
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