“El Evangelio de Hoy”: Mc 16,
15-18
Lectura
del santo evangelio según san Marcos:
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: "Vayan al
mundo entero y proclamen el Evangelio a toda la creación. El que crea y se
bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean,
les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas
nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les
hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos." Palabra del Señor.
Reflexión
La Iglesia celebra hoy una de
las fiestas raras de su calendario. “La Conversión de San Pablo”. Rara porque
es única. De ningún personaje bíblico se celebra el día de su conversión.
Celebramos este acontecimiento extraordinario en la vida de San Pablo por el
significado que tuvo, no solamente para él sino también para la naciente
Iglesia. Pablo pasó de perseguidor de la Iglesia a perseguido por formar parte
de ella, de acusador a acusado y defensor. La conversión de San Pablo es un
ejemplo a seguir por los hombres y mujeres de todos los tiempos. Pablo experimenta
que Dios está presente en él, que puede acceder a Dios no por medio de la ley,
sino por medio de las personas. Pablo se da cuenta que ese mismo Dios en quien
cree habita en él y en la comunidad. Se deja seducir por Jesús y su mensaje y
consagra toda su vida a propagarlo con pasión y a fundar nuevas comunidades
cristianas en el mundo conocido de entonces.
El evangelio de hoy es encarnado
por pablo, quien, a partir de su conversión, se dispone a recorrer el mundo
anunciando a Jesús y su evangelio. Acogiendo a los que aceptaban este evangelio
y organizando la vida comunitaria de estas personas seguidoras de Jesús. Jesús
le acompaña realizando los signos de su presencia en el mundo y haciendo
visible el Reino de Dios. ¿Cuáles son los cambios que nos pide Jesús hoy?
¿Estamos viviendo la misión a la que nos convoca Jesús? No olvidemos que el
evangelio es actual, no es historia pasada es palabra viva que busca movernos
positivamente y hacernos partícipes en la construcción del Reino de Dios.
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