“E l Evangelio de Hoy”: Jn 1,1-18
Lectura
del santo evangelio según san Juan:
En
el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la
Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de
la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En
la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la
tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que
se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para
que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La
Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el
mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les
da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de
sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se
hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria
propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da
testimonio de él y grita diciendo: "Éste es de quien dije: "El que
viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo.""
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se
dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de
Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el
seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer. Palabra del Señor.
Reflexión
Hoy
es un buen día para agradecer a Dios el don de la vida y las oportunidades
compartidas durante el año 2016. Puede ser que los ajetreos de la vida cotidiana
no nos hayan permitido vivir conscientemente cada jornada de este tiempo medido
en un año, pero podemos estar seguros de que Dios siempre ha estado ahí con
nosotros, en las buenas y en las no tan buenas. El texto del Evangelio de Hoy,
a primera vista no nos dice gran cosa pues está redactado en un formato
bastante teológico y poético. En el fondo, al igual que el día de Navidad, el
evangelio nos recuerda que Dios ha sido infinitamente generoso con nosotros al
regalarnos a su propio hijo y amarnos en él, sin condición ni límites.
Una
invitación a poner en el centro de nuestra vida su palabra y a dejarnos
informar, instruir por Jesús para disfrutar desde ya de la vida eterna. Dios,
por el amor que nos tiene, nos ha privilegiado con su presencia, con su Encarnación.
Encarnémonos nosotros luchando por la
dignidad, la justicia fraterna y solidaria. No olvidemos que Dios se ha
encarnado para salvarnos y mostrarnos el camino de la alegría y de la paz.
Hagámoslo nosotros con nuestros hermanos y hermanas, mostrémosle buena cara y
sobre todo un buen corazón. Celebremos el final de este año en familia, con
sana alegría y oremos juntos para que la humanidad desarrolle el sentido del
amor que construye la paz. Felicidades.
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