Una reflexión del Evangelio en perspectiva teológico-pastoral para animar desde la liturgia, la vida de fe en su compromiso personal y comunitario
miércoles, 2 de noviembre de 2016
LOS DIFUNTOS
“El Evangelio de Hoy”: Mc 15,33-39;16,1-6
Lectura del Santo Evangelio según San Marcos.
Al llegar el mediodía, toda la región quedó en
tinieblas hasta media tarde. Y, a la media tarde, Jesús clamó con voz potente:
"Eloí, Eloí, lamá sabaktaní". (Que significa: "Dios mío, Dios
mío, ¿por qué me has abandonado?") Algunos de los presentes, al oírlo,
decían: "Mira, está llamando a Elías." Y uno echó a correr y,
empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber, diciendo:
"Dejen, a ver si viene Elías a bajarlo." Y Jesús, dando un fuerte
grito, expiró. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El
centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo:
"Realmente este hombre era Hijo de Dios." Palabra del Señor.
Reflexión
Recordamos hoy a todos nuestros difuntos. Lo más importante a reflexionar hoy es nuestra
mirada cristiana frente a la muerte. Para nosotros, la conmemoración de
los fieles difuntos se puede centrar en vivir la memoria agradecida de todas las personas de nuestro
entorno que nos han precedido en la pascua. Darle gracias a Dios por el regalo
de la vida de los nuestros y de todos los cercanos. Y recordar que la muerte es
también parte de la vida. La fe nos inspira a confesar que si hemos sido
sumergidos en la vida de Jesús, su estilo de vida, su misión, su pasión, su
muerte; también viviremos con él por la eternidad.
Ya Jesús había afirmado, estando con sus discípulos, que su deseo es que allí
donde él esté, estemos también nosotros con él. La revelación cristiana afirma
que Dios no quiere que se pierda ningún ser creado por Dios. Por eso, él mismo
se encarga de salvarnos por amor. De manera que aprovechemos este día para
recordar agradablemente a nuestros familiares y amigos difuntos. Aprovechemos
al máximo nuestra vida y generemos vida alrededor nuestro. Esto nos ayudará a
vivir y a morir.“No tengan miedo, sepan que yo estaré con ustedes todos los días hasta el final”(Mt 28,20) Y sabemos que Jesús es nuestro
principio y nuestro final, él es nuestra eternidad. Que todos los difuntos, por
la misericordia de Dios descansen en paz.
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