EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

jueves, 12 de mayo de 2016

QUE LOS QUE ME CONFIASTE ESTÉN CONMIGO DONDE YO ESTOY

“El Evangelio de  Hoy”: Jn 17, 20-26

Lectura del santo evangelio según san Juan:

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: "Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí.
Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté con ellos, como también yo estoy con ellos." Palabra del Señor.


Reflexión

El Evangelio de Hoy nos presenta la última parte de la “oración sacerdotal” de Jesús en la que él mira al cielo, evocando como un deseo profundo la unidad entre sus discípulos y la unidad entre nosotros, cristianos que hoy continuamos su obra. Nosotros, quienes decimos creer en sus palabras, somos llamados a permanecer en el amor que unifica y envía. La unidad no significa uniformidad, (no somos llamados a pertenecer todos a la misma organización eclesial, ni al mismo movimiento comunitario) sino permanecer en el amor. A pesar de las tensiones, de los conflictos, de nuestras maneras diferentes de pensar, debemos participar en el amor de la Trinidad revelada como modelo de nueva humanidad.

El Amor que nos une nos lleva a amar, incluso, a nuestros enemigos. No se trata de que tú me amas y yo te amo y quedarnos ahí, encerrados en nuestras pequeños círculos, es una unidad que abarca a todos y todas y se concretiza en el trato, en el servicio y las relaciones que vivimos con los demás. Que el Espíritu de Jesús nos una en su amor misionero.

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