EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

viernes, 1 de abril de 2016

JESÚS SE PRESENTó EN LA ORILLA

“El Evangelio de Hoy”: Juan 21,1-14

Lectura del santo evangelio según san Juan:

En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: "Me voy a pescar." Ellos contestan: "Vamos también nosotros contigo." Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice: "Muchachos, ¿tienen pescado?" Ellos contestaron: "No." Él les dice: "Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán." La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: "Es el Señor." Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces.
Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: "Traigan de los peces que acaban de coger." Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: "Vamos, almuercen." Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos. Palabra del Señor.

Reflexión


Muchos períodos vacíos de entusiasmo, de alegría, de luz y de esperanza ha vivido la Iglesia después de su nacimiento en la Pascua de Jesús Resucitado. Las causas hay que buscarlas en el alejamiento de Jesús, de su palabra y su manera de vivir y de compartir. Sin Jesús, con Jesús lejos y olvidado, organizando todo solo desde nuestras visiones estrechas e interesadas, nos pasaríamos la vida afanando sin nada lograr ni disfrutar. El Evangelio de Hoy nos recuerda que es Jesús el Enviado, el Misionero  y  Maestro con quien debemos marchar hacia la construcción del Reino de Dios. No significa que debamos dejarle todo a él sino que, en comunión con él y continuando si misión, debemos fundar en él toda nuestra vida, nuestras luchas, nuestros esfuerzos por un mundo mejor, nuestra lucha por la justicia y el derecho. Y, sobre todo, hacerlo todo como él lo ha hecho, de manera fraterna y cercana, con respeto y ternura, con mucho amor y confianza en el Dios de la vida.  

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