EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

domingo, 13 de marzo de 2016

LLAMADOS AL PERDÓN Y A LA FRATERNIDAD

 “El Evangelio de Hoy”: Jn 8, 1-11

Lectura del santo evangelio según san Juan:

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?"
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: "El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra."
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.
Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos.
Y quedó sólo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó: "Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?" Ella contestó: "Ninguno, Señor."
Jesús dijo: "Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más."  Palabra del Señor.

REFLEXION

Vemos a Jesús rodeado de mujeres: amigas entrañables como María Magdalena o las hermanas Marta y María de Betania. Seguidoras fieles como Salomé, madre de una familia de pescadores. Jesús las mira con ojos diferentes. Les brinda una ternura desconocida hasta ese momento, defiende su dignidad, las acoge como discípulas. Nadie las había tratado así. Cuando le presentan la mujer sorprendida en adulterio, con intención de lapidar-la, reacciona de la misma manera que ha tratado siempre a las mujeres de su entorno. Traen a la mujer pero no traen al adúltero. En aquella sociedad machista y en las de hoy sucede esa misma realidad. Se condena a la mujer porque ha deshonrado a la familia y se disculpa al hombre.


Jesús es diferente, con sencillez y valentía admirables, pone verdad, justicia y compasión: el que esté sin pecado que arroje la primera piedra. Los acusadores se retiran avergonzados. Saben que ellos son los más responsables de los adulterios que se cometen en aquella sociedad. Jesús se dirige a aquella mujer humillada con ternura y respeto: Tampoco yo te condeno. Vete, sigue caminando en tu vida y, en adelante, no peques más. Jesús confía en ella, le desea lo mejor y le anima a no pecar. Pero, de sus labios no saldrá condena alguna. Es un llamado al perdón mutuo, a la solidaridad en los momentos de debilidad. Los hermanos en Jesús han de perdonarse siempre

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