“El Evangelio de Hoy”: Lc 9, 22-25
Lectura
del santo evangelio según san Lucas:
En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "El Hijo del hombre tiene que padecer
mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser
ejecutado y resucitar al tercer día." Y, dirigiéndose a todos, dijo:
"El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada
día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el
que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el
mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?" Palabra del Señor.
Reflexión
Me gusta
repetir una idea que he escuchado a muchos otros: la fe cristiana no consiste
en el cumplimiento de una serie de normas y doctrinas religiosas, es el
seguimiento de Jesús confesado como El Cristo, el Mesías, el Emmanuel. Al
valorar la vida de Jesús como un camino de realización que aporta a la
humanidad todos los valores necesarios para alcanzar su felicidad, somos
capaces de optar por este camino absoluto de vida integral, relativizando los
demás y yendo hasta el fondo de las consecuencias derivadas de este
discipulado. “El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su
cruz de cada día y se venga conmigo”. Quedan detrás los
planteamientos egocéntricos y se evidencia el servicio y la entrega al estilo
del Maestro que es Jesús.
Seguir a Jesús y su mensaje nunca será amor al sufrimiento o práctica
masoquista espiritual, ni una desviación religiosa, ha de ser una consecuencia
de nuestro seguimiento de Jesús. Jesús ni amó ni buscó el sufrimiento o la
muerte. Todo lo contrario, aliviaba el sufrimiento sanando a los enfermos y a
los que padecían cualquier situación indeseada. Jesús anima a los caídos,
levanta a los deprimidos y a todos y a todas le hace una invitación a la
esperanza activa. Así que la invitación de Jesús a perderse, a tomar la cruz
propia y a seguirlo hasta perder la vida como él es una invitación a valorar la
vida como un don de Dios que hay que cuidar viviendo los valores que la harán
trascendente y humana. Perder la vida será ponerla al servicio del bien
asumiendo el compromiso desinteresado por la justicia y la fraternidad que
construyen la paz.
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