“El Evangelio de Hoy”: Mt 11, 25-30
Lectura del Santo Evangelio según San Mateo
En aquel tiempo, exclamó Jesús:
- «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor.
Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Vengan a mi todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán su descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.» Palabra del Señor.
- «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor.
Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Vengan a mi todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán su descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.» Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Todos sentimos algún tipo de cansancio en momentos concretos de
nuestra existencia. Vivimos un exceso de actividades, relaciones, citas,
encuentros, comidas. Por otra parte, el contestador automático, el móvil, el
ordenador, el correo electrónico facilitan nuestro trabajo, pero introducen en
nuestra vida una saturación. Estamos en todas partes, siempre localizables,
siempre «conectados». No todos los cansancios se curan durmiendo o tomando
vacaciones.
Necesitamos, más que nada descansar interiormente. Sentir paz y
llenarnos de confianza y esperanza. Cuando nuestros cansancios son producidos por
los ajetreos de la vida, las actividades y el frenesí de las búsquedas
insaciables de efectividad y logros, somos llamados a tomar conciencia de que
no somos Dios. Tenemos que respetar los ritmos naturales de la vida. El
aceleramiento desmedido puede desgastar hasta nuestras mayores capacidades.
Los seguidores y seguidoras de Jesús hemos de aprender de Él. No
basta «desconectarse» de todo. A la vuelta de vacaciones todo seguirá igual. Necesitamos
vivir más despacio y con mayor sabiduría. Aprender a «ordenar» nuestra
vida: elegir lo importante, relativizar lo accidental, dedicar más tiempo a lo
que nos da paz interior y sosiego. Cuando estamos cansados hasta de
nosotros mismos y nos faltan respuestas a nuestras inquietudes más profundas,
necesitamos volver a Jesús: «Venid aquí los que están cansados y agobiados y yo
los aliviaré». Hay una paz y un descanso que sólo se puede encontrar en el
misterio de Dios acogido en Jesús. Con Santa Teresa de Jesús, cuya
fiesta celebramos hoy, recordemos que, “Solo Dios Basta”.
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