EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

sábado, 7 de marzo de 2015

"TU HERMANO ESTABA MUERTO Y HA VUELTO A LA VIDA"

El Evangelio de hoy: "Lc 15,1-3.11-32:
Lectura del santo evangelio según san Lucas:

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharle. 
Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: «Ése acoge a los pecadores y come con ellos.»
Jesús les dijo esta parábola: «Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna." El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de saciarse de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros." Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus criados: "Saquen en seguida el mejor traje y vístanlo; pónganle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traigan el ternero cebado y mátenlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado." Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud." Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado." El padre le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."»
Palabra del Señor

Reflexión

El amor de Dios supera todo obstáculo -de nuestra parte- para buscarnos y acercarnos a la fraternidad, al banquete que se nos tiene preparado en el Reino de Dios. El amor incondicional que nos ha llamado, se mantiene fiel y nos recupera de las situaciones inhumanas para sentarnos a la mesa compartida. Ese amor queda grabado en el corazón del ser humano que hace esta experiencia de encuentro, de cercanía, de aceptación.

Si la miramos desde el Padre que ha sido rechazado por su hijo, caído en situaciones de pecados, encontramos perdón y misericordia, acogida incondicional en el regreso a las fuentes de la vida. Si la miramos desde el hijo que se va, que vuelve despojado, encontramos el perdón y la reconciliación dada, la vuelta al hogar... Si la miramos desde el otro hijo, también reconocemos experiencias personales vividas donde tenemos que abrir el corazón a una nueva realidad de aceptación del otro, de salir de nuestros egoísmos y comprender el modo amoroso de Dios para no dejarnos perder nunca.

Y al final, el banquete, la realidad nueva no excluyente, donde se prepara la mesa de la vida, del compartir, de la inclusión. Hay que transformar las relaciones humanas, hay que entrar en la lógica de Jesús que no sigue los cálculos humanos en su esfuerzo de que comprendamos cómo es el reino de Dios y cómo nos tratamos cuando hacemos caminos de justicia, de paz, de amor.

El camino de la Cuaresma se hace con prácticas personales y comunitarias que tienen sentido en la medida que van transformando nuestro corazón y nuestra mentalidad, que nos ponen en sintonía con esta manera de amar y servir. Sin entrar en esta dinámica de la vida compartida y servida en el reino de la inclusión y de la acogida, no podemos entrar en al dinámica de vida nueva que nos conduce a la Pascua.

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