“El Evangelio de Hoy”: Mt 6,45-52
Lectura del santo evangelio según san Mateo:
Después que se
saciaron los cinco mil hombres, Jesús en seguida apremió a los discípulos a que
subieran a la barca y se le adelantaran hacia la orilla de Betsaida, mientras
él despedía a la gente. Y después de despedirse de ellos, se retiró al monte a
orar.
Llegada la noche, la
barca estaba en mitad del lago, y Jesús, solo, en tierra. Viendo el trabajo con
que remaban, porque tenían viento contrario, a eso de la madrugada, va hacia
ellos andando sobre el lago, e hizo ademán de pasar de largo. Ellos, viéndolo
andar sobre el lago, pensaron que era un fantasma y dieron un grito, porque al
verlo se habían sobresaltado. Pero él les dirige en seguida la palabra y les
dice: "Ánimo, soy yo, no tengan miedo." Entró en la barca con ellos,
y amainó el viento. Ellos estaban en el colmo del estupor, pues no habían
comprendido lo de los panes, porque eran torpes para entender. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Como
decíamos ayer, la esencia del cristianismo es la relación entre la fe y
el amor. Fe y amor que se profesan y se viven a través de gestos creativos y
concretos a favor de los otros. Esta práctica posibilita la vida comunitaria y
el desarrollo armonioso del Bien Común. El Evangelio de Hoy contrapone el amor
y el miedo. Jesús viene a sanar la fe de las personas que intentan acercarse a
Dios desde el miedo y el temor a lo desconocido y a lo no dominado. Jesús nos
muestra al Dios amor. Por eso, su presencia está llena de acciones amorosas
incondicionales.
Lo que nosotros llamamos milagros no son
más que gestos de amor, de compasión y de servicio a la humanidad que busca
transformar la concepción de un Dios vengativo y retributivo por la de un Dios
amoroso y bueno que hará lo que sea para salvarla. Si no somos capaces de
visualizar a Dios como amor y misericordia, el miedo matará las posibilidades
de acceder a sus promesas. Si Jesús hace posible que haya pan para todos, si se
acerca a sus discípulos que están angustiados, luchando contra las tormentas,
es para que sepan que pueden confiar y continuar sin miedo el ejercicio de la
vida. Él está Presente, Dios está aquí para sostener y garantizar la vida.
"Ánimo, soy yo, no tengáis
miedo." Jesús no es un fantasma, Él está vivo. No viene a meter miedo ni a
pedir cuentas, viene a amainar todo lo que nos causa sufrimientos y nos quita
la paz. No hay que cuidarse de Dios, hay que dejarse amar y proteger por él.
Una vez más somos invitados a acoger con alegría y confianza al Dios que se ha
mudado entre nosotros para sanar el miedo que nos causa nuestra realidad
tormentosa e insolidaria. Pidamos a Jesús que nos regale su Espíritu para poder
superar el miedo y centrarnos en su amor gratuito y regenerador de vida.
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