EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

lunes, 29 de diciembre de 2014

LUZ PARA LAS NACIONES



 “El Evangelio de Hoy”: Lc 2,22-35


Lectura del Santo Evangelio Según san Lucas.

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: "Todo primogénito varón será consagrado al Señor", y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: "un par de tórtolas o dos pichones."
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: "Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel."
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María su madre: "Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

Hoy tenemos el mismo evangelio que leímos ayer. Se nos presenta a María y a José consagrando al niño Jesús al templo. Con ello cumplen con la ley y la costumbre de su pueblo: "Todo primogénito varón será consagrado al Señor", y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: "un par de tórtolas o dos pichones." Pasados cuarenta días del parto, la madre debía presentarse al templo para su purificación. Además, era normativo presentar al primogénito en el templo como ofrenda a Dios. José y María asumen todas las costumbres y preceptos de su tiempo. Como familia de escasos recursos ofrecen un par de pichones. Luego encontramos a Simeón y a Ana profesando su fe y su esperanza delante de este extraordinario niño. No es nada fácil reconocer a Dios cumpliendo sus promesas a través de un recién nacido. El anciano toma en brazos al niño y profetiza sobre su misión de ser luz para todos los pueblos. Jesús asumirá la naturaleza humana y su historia, su cultura, sus costumbres. La salvación pasa necesariamente por las condiciones humanas. Jesús es presentado como “Luz para alumbrar a las naciones”. Dejémonos iluminar por Jesús para atravesar cualquier camino sin perdernos ni entristecernos. Aprovecho para agradecerle a Dios el don la vida y a ustedes por ser parte importante de mí existencia.

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