EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

domingo, 21 de diciembre de 2014

CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO: MARÍA



“El Evangelio de Hoy”: Lc 1,26-38

Lectura del santo evangelio según san Lucas:

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo." Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: "No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le podrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin." Y María dijo al ángel: "¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?"

El ángel le contestó: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible." María contestó: "Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra." Y la dejó el ángel. Palabra del Señor.

 
REFLEXIÓN


Este cuarto domingo de Adviento está marcado por la presencia de María quien se sitúa frente a Dios en su condición de pequeña y servidora del Señor. El Ángel Gabriel le invita a la alegría. También para nosotros hoy, el gozo tiene que ser una nota propia pues creemos que Dios cumple su promesa. María recibe el favor de ser escogida por Dios, por eso el Ángel le llama “llena de Gracia”, y añade, “El Señor está contigo”. Todo sucede bajo la presencia del amor libre y gratuito de Dios. La fe es el don que inaugura el diálogo. Dios confía en María y esto hace que ella ponga su confianza en él. Por eso, María es reconocida como mujer humilde y creyente. No hay nada que temer, para Dios nada es imposible, la entrega es una respuesta al reconocimiento de que Dios nos ama. Esto nos hace participar del proyecto de Dios. La maternidad de María, más que un don personal, es un don a la humanidad entera en ella. Un don hecho a María para beneficio de toda la comunidad. Nosotros somos invitados a escuchar la voz de Dios y a poner en él nuestra confianza.


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