“El Evangelio de Hoy”: Lc 21, 12-19
Lectura del santo evangelio según
san Lucas:
En aquel tiempo dijo
Jesús a sus discípulos: "Les echarán mano, los perseguirán, estregándolos
a los tribunales y a la cárcel, y los harán comparecer ante reyes y
gobernadores por causa de mi nombre: así tendrán ocasión de dar testimonio.
Hagan propósito de no preparar su defensa, porque yo les daré palabras y
sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario de
ustedes. Y hasta sus padres, y parientes, y hermanos, y amigos los
traicionarán, y matarán a algunos de ustedes, y todos los odiarán por causa de
mi nombre. Pero ni un cabello de su cabeza perecerá; con su perseverancia
salvarán sus vidas". Palabra del Señor.
Reflexión
Jesús y su grupo se
encuentran muchos enemigos pues sus palabras y sus gestos ponen en evidencia
las injusticias y las mentiras de los actores poderosos locales con sus
instituciones y de los invasores imperiales que le dirigen desde Roma. San
Lucas nos recuerda que ese riesgo es un elemento constitutivo del evangelio. No
se puede pretender cambiar el mundo, sin que al mismo tiempo ese mundo reacciones
defendiéndose, resistiendo y luchando por permanecer vigente. Vivir la
verdad, buscar esta verdad dignificante y humanizante, choca frontalmente
contra una clase social poderosa que se alimenta de las injusticias y de los
abusos contra todo un pueblo. La respuesta de la institución es radical y
genocida: odio, persecución, encarcelamiento y muerte.
El mérito del
cristianismo, en sus primeros siglos de existencia, fue el de servir de
levadura que transformó la situación de millones de personas marginadas; el
gran riesgo que corrió fue el de asimilarse a la cultura dominante y terminar
siendo parte de lo que quería cambiar. Una buena alternativa para el
cristianismo es dejar que Jesús nos dé nuevamente la prudencia y la elocuencia
de su Palabra. Volver una y otra vez a la fuente, vivir la perseverancia de
manera serena como quienes vivimos en Cristo para siempre. El asunto es que no
siempre creemos en las Palabras y en las prácticas de Jesús y terminamos
convirtiéndonos nosotros a la cultura y a la práctica de nuestra sociedad en
vez de buscar cambiar esa cultura de muerte y esa práctica injusta de nuestra
sociedad. Cuando peor nos sintamos recordemos estas palabras del Señor: “Pero
ni un cabello de su cabeza perecerá; con su perseverancia salvarán sus
vidas".
No hay comentarios.:
Publicar un comentario