“El Evangelio de Hoy”: Lucas 17, 7-10
Lectura del
santo evangelio según san Lucas:
En aquel tiempo dijo el Señor: "Supongan que un
criado de ustedes trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo,
¿quién de ustedes le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa"? ¿No
le dirán "Prepárame la cena, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y
después comerás y beberás tú"? ¿Tienen que
estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo ustedes:
Cuando hayan hecho todo lo mandado, digan: "Somos unos pobres siervos,
hemos hecho lo que teníamos que hacer." Palabra del Señor.
Reflexión
¿Qué hemos sido y qué
hemos hecho hasta hoy? ¿Sentimos que era eso lo que Dios nos ha pedido? La
acción de Dios hacia nosotros es Don gratuito de su parte. No nos pide nada a
cambio y así debe ser nuestro accionar de a favor de los demás. Dios nos llama
a vivir una misión durante nuestra vida. La vivencia de esa misión nos hará
felices, nos dará las energías suficientes para sentirnos comprometidos con
nosotros mismos y con nuestra sociedad. La religión con frecuencia convierte la
recompensa en una sutil y poderosa tentación.
La búsqueda de
compensaciones esconde un peligro: el sentirse motivado sólo por estímulos
externos y no valorar la motivación interior propia, como motor de la acción.
Otro peligro es considerar más valiosa la gratificación que la acción. No
podemos continuar creyendo que nuestra salvación dependa de nuestras acciones.
Dios ya nos ha salvado en Jesús, su vida, su muerte y su resurrección. Lo
nuestro tiene que ser experimentar esta verdad reconociendo el amor que Dios
nos tiene. A partir de ahí, estaremos en la capacidad de confiar en el Señor y
vivir para hacer su voluntad, sirviendo a nuestros hermanos.
El evangelio de
hoy nos enseña que desde la lógica cristiana la
acción del servicio es valiosa en sí misma y el valor agregado de esa acción es
la gratuidad. Nada hay más valioso que lo que no tiene precio y nada es más
gratificante que lo que se hace sin esperar recompensa. El servicio diligente y
desinteresado es la respuesta de la naciente comunidad cristiana. Nosotros
tenemos hoy el desafío de romper con la estrategia de la cultura mercantilista,
que programa nuestras reacciones para responder únicamente al estímulo de la
recompensa o de la gratificación. Dios nos acompañe con su Espíritu de
sabiduría para encontrar la manera de entender y acoger con alegría su amor
incondicional, y, aprender de él para vivir nuestra misión.
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