EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

martes, 9 de septiembre de 2014

JESÚS ORA Y TRABAJA

“El Evangelio de Hoy”:Lc 6, 12-19

Lectura del santo evangelio según san Lucas:

Por entonces subió Jesús a la montaña a orar y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso el nombre de Pedro; y Andrés, su hermano; Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón apodado el Zelotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

En este fragmento de su evangelio Lucas presenta un resumen apretado de las actividades de Jesús. Jesús ora en todo momento: frente a las crisis y dificultades, en momentos de soledad, en momentos de alegría y discernimiento de la voluntad de Dios, en momentos de intervenir ante la gente, antes de elegir a sus discípulos y discípulas. Es en la oración que Jesús nutre su sensibilidad a favor de los necesitados que buscan mejoría. Jesús no es un improvisador, está en constante comunicación con su Padre Dios.  Los discípulos guardan con alegría la capacidad de Jesús de atender las multitudes, de ayudar los enfermos a recuperar la salud, la libertad y la dignidad. 

Con su manera de encontrar y tratar a la gente, Jesús forma a los discípulos escogidos para seguir su misión de anunciar la presencia de Dios cumpliendo su promesa de salvar a su pueblo. Por eso, nosotros que seguimos los pasos de Jesús hoy, somos llamados a vivir las mismas acciones que Jesús vivió a favor de nuestros hermanos y hermanas más necesitados. Dejémonos ayudar por la oración y confiemos en la presencia, en nosotros, del Espíritu Santo que nos inspira y anima en nuestro seguimiento de Jesús.

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