Una reflexión del Evangelio en perspectiva teológico-pastoral para animar desde la liturgia, la vida de fe en su compromiso personal y comunitario
miércoles, 27 de agosto de 2014
REVISARNOS Y CONTINUAR LA RUTA
“El Evangelio de Hoy”: Mt 23, 27-32
Lectura del santo evangelio según san Mateo
En aquel tiempo habló Jesús diciendo: "¡Ay de ustedes, letrados y fariseos hipócritas, que se parecen a los sepulcros encalados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre; lo mismo ustedes: por fuera parecen justos, pero por dentro están repletos de hipocresía y crímenes. ¡Ay de ustedes, letrados y fariseos hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y ornamentan los mausoleos de los justos, diciendo: "Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas!" Con esto atestiguan en contra suya, que son hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡Colman también ustedes la medida de sus padres!" Palabra del Señor.
Reflexión
Jesús continúa arremetiendo contra la hipocresía y la falsedad de la práctica farisea. Aquello que cuenta para Jesús no son las apariencias de pureza sino la pureza de corazón, la rectitud de corazón. Ser puros a la luz de corazón significa hacer la voluntad de Dios, reconocer los propios límites y buscar superarlos con la ayuda del Espíritu. Ser puros es también aceptar al otro tal cual es y ayudarle a crecer. Lo que Jesús pide a sus seguidores es ser lo suficientemente lúcidos como para no creerse más ni mejores que los demás. Que aprendamos a vernos y a ver a los otros con los ojos del corazón, los cuales nos llevan a descubrir que hemos sido creados a la
imagen y semejanza de Dios.
Si no aprendemos de Jesús, heredaremos los crímenes de las generaciones pasadas quienes persiguen y matan a los profetas, porque les cuestionan su hipócrita manera de vivir la religión. ¿Cómo estamos nosotros viviendo nuestra práctica de fe? El capítulo 23 del evangelio de San Mateo busca ayudarnos a revisar nuestra práctica cristiana. Hagámoslo sin miedo, sin tragedias, sin conclusiones precipitadas, en un ejercicio de confianza en Jesús que nos acompaña todos los días para ayudarnos a avanzar.
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