“El Evangelio de
Hoy”: Jn 14,1-12
Lectura
del santo evangelio según san Juan:
En la casa de mi Padre hay muchas estancias;
si no fuera así, ¿Les habría dicho que voy a prepararles sitio? Cuando vaya y les
prepare sitio, volveré y les llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estén
también ustedes. Y adonde yo voy, ya saben el camino." Tomás le dice:
"Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?" Jesús
le responde: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre,
sino por mí. Si me conocen a mí, conocerán también a mi Padre. Ahora ya lo
conocen y lo han visto." Felipe le dice: "Señor, muéstranos al Padre
y nos basta." Jesús le replica: "Hace tanto que estoy con ustedes, ¿y
no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices
tú: "Muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el
Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que
permanece en mí, él mismo hace sus obras. Créanme: yo estoy en el Padre, y el
Padre en mí. Si no, crean a las obras. Se lo aseguro: el que cree en mí,
también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al
Padre."
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN INVIDADA. El CAMINO. José Antonio Pagola.
“Yo soy el camino”. El problema de no pocos es que viven sencillamente sin camino, perdidos
en una especie de laberinto: andando y desandando los mil caminos que, desde
fuera, les van indicando las consignas y modas del momento.
Y, ¿qué puede hacer un hombre
o una mujer cuando se encuentra sin camino? ¿A quién se puede dirigir? ¿Adónde
puede acudir? Si se acerca a Jesús, lo que encontrará no es una religión, sino
un camino. A veces, avanzará con fe; otras veces, encontrará dificultades;
incluso podrá retroceder, pero está en el camino acertado que conduce al Padre.
Esta es la promesa de Jesús.
“Yo soy la verdad”.
Estas palabras encierran una invitación escandalosa a los oídos modernos. No
todo se reduce a la razón. La teoría científica no contiene toda la verdad. El
misterio último de la realidad no se deja atrapar por los análisis más
sofisticados. El ser humano ha de vivir ante el misterio último de la realidad.
Jesús se presenta como camino
que conduce y acerca a ese Misterio último. Dios no se impone. No fuerza a
nadie con pruebas ni evidencias. El Misterio último es silencio y atracción
respetuosa. Jesús es el camino que nos puede abrir a su Bondad.
“Yo soy la
vida”. Jesús puede ir transformando nuestra
vida. No como el maestro lejano que ha dejado un legado de sabiduría admirable
a la humanidad, sino como alguien vivo que, desde el mismo fondo de nuestro
ser, nos infunde un germen de vida nueva.
Esta acción de Jesús en
nosotros se produce casi siempre de forma discreta y callada. A veces, sin
embargo, nos invade la certeza, la alegría incontenible, la confianza total:
Dios existe, nos ama, todo es posible, incluso la vida eterna. Nunca
entenderemos la fe cristiana si no acogemos a Jesús como el camino, la verdad y
la vida.
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