EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

miércoles, 23 de abril de 2014

JESÚS CAMINA CON NOSOTROS Y NOS EXPLICA LAS ESCRITURAS.

 “El Evangelio de Hoy” 
Lc 24,13-35

Lectura del santo evangelio según san Lucas:

Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo: "¿Qué conversación es esa que traen mientras van de camino?" Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó: "¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?" Él les preguntó: "¿Qué?" Ellos le contestaron: "Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; como lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace ya dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron."
Entonces Jesús les dijo: "¡Qué necios y torpes son para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?" Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo: "Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída." Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.
Ellos comentaron: "¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?" Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: "Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón." Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

El texto de hoy nos muestra a dos discípulos decepcionados de Jesús que se dirigen hacia Emaús tratando de olvidar, sin poder, el tiempo compartido con Jesús y su grupo. Su experiencia con Jesús no le había bastado para creerle cuando él les hablaba de la resurrección y de la vida sin fin. Ellos, al igual que nosotros estaban centrados en sus intereses: “Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel”. Se habían hecho unas expectativas diferentes a las de Jesús piensa y actúas. Ellos y nosotros pensamos mucho de manera egoísta, centrados en nosotros mismos,  y Jesús, piensa en la dignidad de todos y todas los que se sienten necesitados de algo o de alguien.

Por eso Jesús les comenta las Escrituras, mostrándole los pasajes que explican los acontecimientos acaecidos a él durante su vida, su muerte y su resurrección. Creer en la Resurrección, percibir todos sus alcances es un proceso que requiere tiempo. Para ello hay que saber leer las Escrituras. La Biblia nos recuerda que a Jesús lo encontramos en los excluidos y sufrientes del mundo. Al compartir la vida, acogiendo como los discípulos de Emaús acogieron a Jesús y compartieron su pan le reconocemos presente y acompañándonos todos los días. Eso es lo que puede cambiar la tristeza en gozo y convertirnos en testigos de la Resurrección como los discípulos de Emaús. Ánimo, volvamos a nuestra vida contentos de saber que El Resucitado nos acompaña en las buenas y en las malas, no nos recrimina sino que va con nosotros y nos explica las Escrituras.

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