EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

lunes, 3 de febrero de 2014

JESÚS TIENE EL PODER SOBRE EL MAL

“E l Evangelio de Hoy”: Marcos 5,1-20

Lectura del santo evangelio según san Marcos:

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la orilla del lago, en la región de los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, desde el cementerio, donde vivía en los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para domarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras. Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó a voz en cuello: "¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes." Porque Jesús le estaba diciendo: "Espíritu inmundo, sal de este hombre." Jesús le preguntó: "¿Cómo te llamas?" Él respondió: "Me llamo Legión, porque somos muchos." Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca.
Había cerca una gran piara de cerdos hozando en la falda del monte. Los espíritus le rogaron: "Déjanos ir y meternos en los cerdos." Él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al lago y se ahogó en el lago. Los porquerizos echaron a correr y dieron la noticia en el pueblo y en los cortijos. Y la gente fue a ver qué había pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Se quedaron espantados. Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su país. Mientras se embarcaba, el endemoniado le pidió que lo admitiese en su compañía. Pero no se lo permitió, sino que le dijo: "Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo por su misericordia." El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

El Evangelio de hoy nos presenta una situación difícil de entender 2000 años después de ser redactada. Cuando hoy escuchamos hablar de expulsar demonios, de celebrar exorcismos y de los ambientes que estas realidades envuelven en nuestras comunidades, no asociemos esos hechos con lo que sucede en este texto del evangelio de Marcos. Marcos hace énfasis en el poder que tiene Jesús sobre los demonios y sobre los espacios donde éste se manifiesta: el cementerio, lugar de los muertos; la legión, que designa el ejército romano; el cerdo, animal impuro; el mar, símbolo de caos por su poder destructivo y su desconocimiento.

Marcos escribe su evangelio en los años setenta, cuando las comunidades cristianas estaban siendo perseguidas y masacradas por el imperio romano. Para Marcos, el poder del mal, los demonios, es el poder político y militar del imperio romano que dominaba, perseguía y oprimía a la comunidad a través de sus legiones. Para el evangelista San Marcos el mal existe pero no tiene dominio sobre si y solo consigue entrar en los cerdos con el permiso de Jesús. El verdadero poder lo tiene Jesús y lo utiliza para vencer el mal. Este texto nos invita a poner nuestra confianza en Jesús y no darle espacio al mal en nuestras vidas.


No nos distraigamos asignándole poderes extraordinarios al mal y a sus manifestaciones. La corrupción, las injusticias, los pecados personales y comunitarios, la avaricia y el afán de poder y placer, la doble moral y doble vida, la mentira y el odio, son demonios asociados en legiones que amenazan nuestras vidas y nuestras comunidades. Para combatirlos no bastan las fórmulas exorcistas de oraciones ni las bravuconerías. Tenemos que tomar conciencia y comenzar asumir las enseñanzas de Jesús y sus actitudes frente a nuestras realidades. Nosotros seguimos a Jesús y con sus enseñanzas venceremos el miedo y las tendencias que nos encaminan al caos y a la muerte. Amén

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