“El
Evangelio de Hoy”: Juan 2,1-11
Lectura
del santo evangelio según san Juan
"Al
tercer día se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y estaba allí la Madre
de Jesús. También fueron invitados a la boda Jesús y sus discípulos. Y, como
faltase el vino, la Madre de Jesús le dijo: No tienen vino, Jesús le respondió:
Mujer, ¿qué nos va a tí y a mí? Todavía no ha llegado mi hora. Dijo su Madre a
los sirvientes: Haced lo que él os diga. Había allí seis tinajas de piedra
preparadas para las purificaciones de los Judíos, cada una con capacidad de dos
o tres metretas. Jesús les dijo: Llenad de agua las tinajas: Y las llenaron
hasta arriba. Entonces les dijo: Sacad ahora y llevad al maestresala. Así lo
hicieron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, sin saber de
dónde provenía, aunque los sirvientes que sacaron el agua lo sabían, llamó al
esposo y le dijo: Todos sirven primero el mejor vino, y cuando ya han bebido
bien, el peor; tú al contrario, has guardado el vino bueno hasta ahora. Así, en
Caná de Galilea hizo Jesús el primero de sus milagros con el que manifestó su
gloria, y sus discípulos creyeron en él". Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Cada
año, el 11 de febrero, fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, la Iglesia celebra
la jornada mundial de los enfermos. Es una manera de invitarnos a ser solícitos
y solidarios con quienes, por enfermedad o vejez, ya no nos pueden acompañar en
nuestras actividades comunitarias. La oración por los enfermos nos aproxima a
ellos en un movimiento caritativo fraterno que nos enriquece. El tema escogido
para la jornada mundial de los enfermos es “Fe y caridad: «También
nosotros debemos dar la vida por los hermanos» (1 Juan 3,16)”. Se trata de preguntarnos junto a los
enfermos, ¿qué es lo que te hace disfrutar de la vida? ¿Cómo podemos gustar de
la vida? A partir de la práctica de Jesús, el evangelio de esta fiesta de
Nuestra Señora de Lourdes, nos invita a aportar la alegría y el sentido a la
vida, viviendo la fe y la caridad fraterna.
Si
unimos el tema de esta jornada mundial de oración y solidaridad con los
enfermos con el evangelio del domingo pasado, Jesús nos estará diciendo que
nosotros somos la sal y la luz para darle sabor e iluminar nuestra vida en todas
circunstancias. Lo que dará el gusto por vivir no serán los bienes pasajeros sino
los detalles de la cotidianidad que trascienden lo controlado por nosotros: Creer
en medio de la duda generalizada, estar de buen humor cuando la realidad es
difícil y aburrida, ver lo bueno en medio de lo mediocre y sin sentido, sonreír
y ser atentos aunque los otros sean gruñones, estar contentos de lo que somos y
tenemos en vez de lamentarnos y llorar por lo que ya hemos perdido, amar en una
realidad hostil, servir de apoyo en vez de siempre buscar apoyarnos en los
demás, es consolar y esperar cuando todos se desaniman. Saborear la vida y
colaborar para que la vida de los demás tenga sabor y sea agradable es buscar
hacer presente en nosotros estos pequeños detalles que nos hacen bien. No
olvidemos que nuestra calidad personal y comunitaria está muy unida a la
atención que brindamos a los demás, especialmente a los enfermos y necesitados.
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