“E l Evangelio de Hoy”: Juan 1,1-18
Lectura del santo evangelio según san
Juan:
En
el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la
Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de
la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En
la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la
tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que
se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para
que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La
Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el
mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les
da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de
sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.
Y
la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su
gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo: "Éste es de quien dije:
"El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que
yo."" Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por
medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está
en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer. Palabra
del Señor.
Reflexión
Hoy es un buen día para agradecer a Dios
el don de la vida y las oportunidades compartidas durante el año 2013. Puede
ser que los ajetreos de la vida cotidiana no nos hayan permitido vivir
conscientemente cada jornada de este tiempo medido en un año, pero podemos
estar seguros de que Dios siempre ha estado ahí con nosotros, en las buenas y
en las no tan buenas. El texto del Evangelio de Hoy, a primera vista no nos
dice gran cosa pues está redactado en un formato bastante teológico y poético.
En el fondo, al igual que el día de Navidad, el evangelio nos recuerda que Dios
ha sido infinitamente generoso con nosotros al regalarnos a su propio hijo y
amarnos en él, sin condición ni límites.
Una invitación a poner en el centro de
nuestra vida su palabra y a dejarnos informar, instruir por Jesús para
disfrutar desde ya de la vida eterna. Dios, por el amor que nos tiene, nos ha
privilegiado con su presencia, con su Encarnación. Encarnémonos nosotros luchando por la
dignidad, la justicia fraterna y solidaria. No olvidemos que Dios se ha
encarnado para salvarnos y mostrarnos el camino de la alegría y de la paz.
Hagámoslo nosotros con nuestros hermanos y hermanas, mostrémosle buena cara y
sobre todo un buen corazón. Celebremos el final de este año en familia, con sana
alegría y oremos juntos para que la humanidad desarrolle el sentido del amor
que construye la paz. Felicidades.
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