EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

jueves, 21 de noviembre de 2013

¿POR QUÉ LLORÓ JESÚS?


 “El Evangelio de Hoy”: Lucas 19,41-44
Lectura del santo evangelio según san Lucas:
En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: "¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida." Palabra del Señor.


REFLEXIÓN


El Evangelio de Hoy nos presenta a Jesús llorando al contemplar la ciudad de Jerusalén desde lejos. Esta imagen contrasta con la de sus discípulos que se admiraban al mirar el esplendor del templo y los dones que la gente hacía. El sentimiento y las lágrimas les vienen a Jesús de constatar que la cerrazón de aquel pueblo al que Dios le había revelado su amor y su ternura junto a un plan de desarrollo humano duradero. En vez de escuchar a Dios y a sus enviados prefieren acogerse a sus propias gestiones desprovistas de igualdad o de justicia y basada en unas relaciones desiguales y empobrecedoras de las mayorías.
 
Lo que conmueve a Jesús y le hace llorar es  la indiferencia, la miopía, la corrupción, la prepotencia y la violencia de los dirigentes y del pueblo mismo. Y creo que podemos hacer un paralelo con los dirigentes de nuestras sociedades. Observamos un deterioro creciente de la justicia, de la fraternidad, de las instituciones con vocación de servicio. Vemos que las políticas neoliberales poco a poco acaban con las posibilidades de avances. Sabemos que la corrupción arropa nuestros pueblos. Pero sin embargo, seguimos con más de los mismo… discursos, promesas, argumentos, acusaciones y contraacusaciones… Planes sobre planes… Y la inseguridad, la violencia, los  niveles vergonzantes de desigualdad aumentan sin que avistemos variaciones positivas en el marco institucional.
 
Es la misma realidad que hace llorar a Jesús la que vivimos dos mil años después. No seamos insensibles frente al sufrimiento de nuestros mayoritario de los pueblos. Si hay que llorar lloremos, pero no dejemos de hacer planteamientos, sugerencias, enseñanzas. Es el momento de volvernos creativos a favor del bien y de las soluciones a nuestros problemas comunitarios. Dejémonos inspirar por Jesús.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario