EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

martes, 6 de agosto de 2013

TRANSFIGURACION, ANIMACION

 El Evangelio de Hoy: Mateo 17,1-9

Lectura del santo evangelio según san Mateo:

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: "Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías." Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: "Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escúchenlo." Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: "Levántense, no teman." Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: "No cuenten a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos."
Palabra del Señor.

 
Reflexión
 
La vida de los discípulos de Jesús de itinerantes por los caminos de Galilea no era nada fácil ni cómoda. Además, Jesús no dejaba de anunciarles la pasión y la muerte, anticipadas por persecusiones y procesos acusatorios. Por eso, con la Transfiguración, símbolo de resurrección, Jesús intenta tranquilizarlos confirmando que la vida finalmente triunfará frente a los proyectos de muerte. Jesús dice a sus discípulos que se levanten y no tengan miedo: "acercándose los toca y les alienta", que es exactamente lo que hace a diario con nosotros cuando estamos angustiados y agobiados. Moisés representa a la ley y Elías a los profetas. La propuesta de Pedro de hacer tres chozas refleja el temor de los discípulos de bajar a Jerusalén, donde les espera el sufrimiento a causa de la Palabra de Jesús. Por eso prefieren la tranquilidad de la montaña. Como a nosotros que nos tranquilizan las liturgias bien organizadas, los retiros bien predicados y dadores de paz, pero la misión, el salir de nuestras casas y tranquilidades para enfrentar la realidad y practicar allí nuestra fe en Jesús, nos da miedo y nos desestabiliza. Al final del relato desaparecen Moisés y Elías. Sólo ha quedado Jesús, el Hijo amado y predilecto, a quien hay que escuchar. El evangelista quiere dejar claro en las comunidades cristianas que el Antiguo Testamento, la realidad que nos rodea, nuestras actuaciones y relaciones, toda nuestra vida debemos leerla y vivirla desde Jesús. Él es nuestro punto de referencia. La experiencia de Jesús, a pesar de las dificultades, debe ser una experiencia extraordinaria que transfigure nuestro miedo en gozo y que nos anime a bajar de la montaña para enfrentar la realidad con la Palabra y con el testimonio. Dios nos da la alegr[ia de poder contar con Jesús, démosle gracias y vivamos en paz nuestra fe.

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