Lectura del santo evangelio
según san Juan:
Antes de la fiesta de la
Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al
Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el
extremo. Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas
Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había
puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la
cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en
la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la
toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo: "Señor,
¿lavarme los pies tú a mí?" Jesús le replicó: "Lo que yo hago tú no
lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde." Pedro le dijo:
"No me lavarás los pies jamás." Jesús le contestó: "Si no te
lavo, no tienes nada que ver conmigo." Simón Pedro le dijo: "Señor,
no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza." Jesús le dijo:
"Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él
está limpio. También ustedes están limpios, aunque no todos." Porque sabía
quién lo iba a entregar, por eso dijo: "No todos están limpios."
Cuando acabó de lavarles
los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: "¿Comprenden lo
que he hecho con ustedes? ustedes me llamáis "el Maestro" y "el
Señor", y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, les
he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros; les he
dado ejemplo para que lo que yo he hecho con ustedes, ustedes también lo hagan."
Palabra del Señor.
Reflexión
Jueves Santo, Cena del
Señor. La liturgia de hoy destaca el sacramento de la Eucaristía, el ministerio
sacerdotal como servicio a la comunidad y la fraternidad. En la cena festiva,
el ambiente estaba impregnado por el recuerdo alegre y confiado de la
liberación, que tuvo siempre una eficacia esperanzadora en épocas difíciles. Dios
conduce a su pueblo hacia la libertad plena.
Haced esto en memoria mía:
Este mandamiento del Señor es verdaderamente sagrado para los seguidores de
Jesús. La experiencia comunitaria vivida originalmente por los discípulos se
convierte en algo posible en todos los tiempos para los cristianos. Se trata de
entrar en el destino histórico de Jesús, que es la historia misma de Dios, su
Reino, que acontece definitivamente en la manifestación suprema del amor. Cuando
había llegado la hora, en el momento en que su misión termina, Jesús quiere
demostrar su compromiso definitivo con la humanidad por medio del servicio. Hacer
memoria de Jesús significa seguirle, viviendo a su estilo y buscando su causa.
Igual que yo he hecho con ustedes,
hagan también ustedes. La medida de nuestro amor a los demás es la medida en que
Jesús nos ha amado y esto que parece imposible, se puede hacer realidad si nos
identificamos con él. Deberíamos poder decir como Pablo: No soy yo quien
vive, sino Cristo quien vive en mí (Gal 2,20).
Hoy es la fiesta de los
ministros en la Iglesia. Es el día de recordar el espíritu del Señor en el
servicio. El no vino para ser servido sino para servir. Una Iglesia pobre, que
sirve, estará siempre cerca de los que aspiran a una liberación material y
espiritual, de los que han emprendido el camino del éxodo. Sintámonos servidos
por Jesús y dispongámonos a servir a quienes nos rodean. Buen inicio del Triduo
Pascual.
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