Lectura del santo
evangelio según san Lucas:
En aquel
tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta
días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el
diablo.
Todo aquel
tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre.
Entonces el
diablo le dijo: "Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta
en pan." Jesús le contestó: "Está escrito: «No sólo de pan vive el
hombre»".
Después,
llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del
mundo y le dijo: "Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me
lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí,
todo será tuyo."
Jesús le
contestó: "Está escrito: «Al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo darás
culto»". Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y
le dijo: "Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito:
«Encargará a los ángeles que cuiden de ti», y también: «Te sostendrán en sus
manos, para que tu pie no tropiece con las piedras»".
Jesús le
contestó: "Está mandado: «No tentarás al Señor, tu Dios»".
Completadas las
tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión. Palabra del Señor.
Reflexión invitada: NO DESVIARNOS DE JESÚS
JOSÉ ANTONIO PAGOLA.
Las primeras generaciones
cristianas se interesaron mucho por las pruebas y tensiones que tuvo que
superar Jesús para mantenerse fiel a Dios y vivir siempre colaborando en su
proyecto de una vida más humana y digna para todos.
El relato de las tentaciones
de Jesús no es un episodio cerrado, que acontece en un momento y en un lugar
determinado. Lucas nos advierte que, al terminar estas tentaciones, “el
demonio se marchó hasta otra ocasión”. Las tentaciones volverán en la vida
de Jesús y en la de sus seguidores.
Por eso, los evangelistas
colocan el relato antes de narrar la actividad profética de Jesús. Sus
seguidores han de conocer bien estas tentaciones desde el comienzo, pues son
las mismas que ellos tendrán que superar a lo largo de los siglos, si no
quieren desviarse de él.
En la primera tentación se
habla de pan. Jesús se resiste a utilizar a Dios para saciar su propia hambre: “no
solo de pan vive el hombre”. Lo primero para Jesús es buscar el reino de
Dios y su justicia: que haya pan para todos. Por eso acudirá un día a Dios,
pero será para alimentar a una muchedumbre hambrienta.
También hoy nuestra tentación
es pensar solo en nuestro pan y preocuparnos exclusivamente de nuestra crisis.
Nos desviamos de Jesús cuando nos creemos con derecho a tenerlo, y olvidamos el
drama, los miedos y sufrimientos de quienes carecen de casi todo.
En la segunda tentación se
habla de poder y de gloria. Jesús renuncia a todo eso. No se postrará ante el
diablo que le ofrece el imperio sobre todos los reinos del mundo: “Al Señor,
tu Dios, adorarás”. Jesús no buscará nunca ser servido sino servir.
También hoy se despierta en
algunos cristianos la tentación de mantener, como sea, el poder que ha tenido
la Iglesia en tiempos pasados. Nos desviamos de Jesús cuando presionamos las
conciencias tratando de imponer a la fuerza nuestras creencias. Al reino de
Dios le abrimos caminos cuando trabajamos por un mundo más compasivo y
solidario.
En la tercera tentación se le
propone a Jesús que descienda de manera grandiosa ante el pueblo, sostenido por
los ángeles de Dios. Jesús no se dejará engañar:“No tentarás al Señor, tu
Dios”. Aunque se lo pidan, no hará nunca un signo espectacular del cielo.
Solo hará signos de bondad para aliviar el sufrimiento y las dolencias de la
gente.
Nos desviamos de Jesús cuando
confundimos nuestra propia ostentación con la gloria de Dios. Nuestra exhibición
no revela la grandeza de Dios. Solo una vida de servicio humilde a los
necesitados manifiesta su Amor a todos sus hijos.
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