Lectura del santo evangelio según san
Lucas:
En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea
con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba
en las sinagogas, y todos lo alababan.
Fue a Nazaret, donde se había criado,
entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para
hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo,
encontró el pasaje donde estaba escrito: "El Espíritu del Señor está sobre
mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los
pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista.
Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del
Señor." Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó.
Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: "Hoy
se cumple esta Escritura que acaban de oír." Y todos le expresaban su
aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios.
Palabra del Señor.
Reflexión
Seguimos celebrando la
manifestación, la Epifanía del señor. Jesús, lleno de confianza en Dios y
sabiéndose ungido por el Espíritu Santo se identifica con el liberador de su
pueblo. Anuncia el cumplimiento de la promesa de Dios. El anuncio de Jesús, sus
palabras están cargadas de esperanza y positividad. Ante el anuncio liberador
de Jesús nosotros podríamos preguntarnos: ¿cuáles son nuestros anuncios? ¿Qué
decimos nosotros cuando abrimos la boca y hablamos? ¿Anunciamos buenas noticias
o nos quedamos en críticas estériles?
En este evangelio de hoy Jesús, en el
centro religioso de su pueblo, la sinagoga de Nazaret, comienza su misión recordándole
al pueblo la promesa de Dios contenidas en el libro del profeta Isaías. Jesús
se convierte, él mismo, en la esperanza anunciada por los profetas y en la
proclamación del cumplimiento de la voluntad de Dios en la historia. Jesús no
contempla un pasado cumplido ni se pone a soñar con un futuro extraordinario;
se queda en el presente como momento privilegiado para la venida del Señor. La
misión de Jesús es de gracia y no de condenación. Jesús define de una vez su
misión como una proclamación del amor gratuito de Dios a toda la humanidad. Tal
revelación sólo podía producir escándalo a los judíos. Los judíos esperaban a
un rey político poderoso que redujera a los demás pueblos y los pusiera a su
servicio.
Y nosotros ¿qué esperamos como promesa
de Dios hoy? ¿Estamos viendo cumplirse hoy la palabra de Dios? ¿Cuál es el
contenido liberador de lo que pasa en nuestro tiempo? Estamos invitados por el
evangelio de Hoy, a ser anunciadores de la liberación de Dios, de su presencia
salvífica. Nuestra vida cristiana ha de ser este anuncio y esta actualización
histórica del cumplimiento de la promesa de Jesús. No tengamos miedo, el
Espíritu Santo está en nosotros, vivamos nuestra misión que es la continuación
de la de Jesús. ¿Hoy se cumple esta escritura que acabamos de leer?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario