Lectura del santo evangelio según san
Juan:
En aquel tiempo, fue Jesús con sus
discípulos a Judea, se quedó allí con ellos y bautizaba. También Juan estaba
bautizando en Enón, cerca de Salín, porque había allí agua abundante; la gente
acudía y se bautizaba. A Juan todavía no le habían metido en la cárcel.
Se originó entonces una discusión entre
un judío y los discípulos de Juan acerca de la purificación; ellos fueron a
Juan y le dijeron: "Oye, rabí, el que estaba contigo en la otra orilla del
Jordán, de quien tú has dado testimonio, ése está bautizando, y todo el mundo
acude a él." Contestó Juan: "Nadie puede tomarse algo para sí, si no
se lo dan desde el cielo. Ustedes mismos son testigos de que yo dije: "Yo
no soy el Mesías, sino que me han enviado delante de él." El que lleva a
la esposa es el esposo; en cambio, el amigo del esposo, que asiste y lo oye, se
alegra con la voz del esposo; pues esta alegría mía está colmada. Él tiene que
crecer, y yo tengo que menguar." Palabra del Señor.
Reflexión
En el Evangelio de Hoy Juan Bautista
deja claro que Jesús ha recibido un don superior al suyo, por tanto, es normal
que ahora la gente siga a Jesús. Juan introduce en la conversación la imagen
del amigo del esposo para que sus discípulos comprendan lo que le separa de
Jesús. Al aplicarse a sí mismo el título de amigo del esposo, Juan Bautista
quiere comparar su ministerio con la acción que ejerce un amigo sobre la novia;
ha purificado a la novia (El Pueblo de Dios) con la conversión; la ha
presentado a su novio al designar a éste como el cordero de Dios. Lejos de
entristecerse por el éxito de Jesús, Juan se alegra. El amigo del novio tenía
como misión durante la boda fomentar la alegría y mantenerla viva. Juan es fiel
a esa función. Ahora ha llegado el momento de disminuir para que Jesús emprenda
su misión reveladora del Dios amigo y cercano.
Nuestra misión como Iglesia que nace de
Jesús, la misión de todos los seguidores de Jesús no es otra que gozarnos por
el Reino que crece en la medida que disminuye el egoísmo y la injusticia en el
mundo. Fomentar la igualdad, vivir la
fraternidad, celebrar la vida y cuidarla, hace crecer y ver el Reino de Dios
como una realidad en proceso dinámico que aporta esperanza y vida nueva. Esa es
nuestra misión siguiendo los pasos de Jesús, y como Juan bautista,
presentándolo siempre a él como el centro de nuestra fe y de nuestra esperanza.
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