“El Evangelio de Hoy”: Lucas 15, 1-10
Lectura del santo evangelio según san Lucas:
En aquel tiempo se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los letrados murmuraban entre ellos: "Ese acoge a los pecadores y come con ellos". Jesús les dijo esta parábola: "Si uno de ustedes tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros muy contento; y al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: "¡Felicítenme!, he encontrado la oveja que se me había perdido". Les digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, reúne a las amigas y vecinas para decirles "¡Felicítenme!, he encontrado la moneda que se me había perdido". Les digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta". Palabra del Señor.
Reflexión
La conversión conduce a la alegría, a participar del Reino de Dios me manera consciente y libre. Es por eso que Jesús insiste en este tema. Existe una conversión vista desde las instituciones religiosas, las iglesias que organizan la práctica religiosa de quienes integran sus filas. Para estas tradiciones, convertirse equivale a cumplir con lo mandado, observar la vida diseñada en esa iglesia. Por eso se harán llamados constantes a la conversión vista como integración a tal iglesia, grupo o tradición religiosa.
Pero la conversión de que nos habla el Evangelio es otra, es la conversión al Evangelio, a la voluntad de Dios. Esta conversión es más exigente. Consiste en estar atento a lo que Dios nos dice, escuchar la voz de Dios que nos habla en la realidad cotidiana y en todos los acontecimientos de nuestra historia. Al escuchar aDios estamos listos para hacer su voluntad de amor y servicio a nuestros hermanos y hermanas. Es una práctica seria de atención al evangelio que nos envía en misión, no anunciar condena de parte de Dios sino, anunciar su misericordia, su ternura y cercanía. Anunciar la alegría de haber reconocido el amor que Dios nos tiene y nuestra fe en su promesa de salvación desde ya y para siempre.
Jesús nos presenta el Reino como una celebración familiar y comunitaria de la vida y de los valores recuperados e integrados en el grupo de amigos y amigas del Reino. Somos llamados a vivir el evangelio. Esta será la manera de nosotros ir tras las ovejas descarriadas y la moneda perdida. Pidamos para ellos el don de la alegría, la sabiduría del Espíritu.
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