Lectura del santo evangelio según san
Lucas:
En aquel tiempo decía Jesús a sus
discípulos: "Gánense amigos con el dinero injusto, para que, cuando les
falte, los reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en lo menudo,
también en lo importante es de fiar, el que no es honrado en lo menudo, tampoco
en lo importante es honrado. Si no fueron de fiar en el vil dinero, ¿quién les
confiará lo que vale de veras? Si no fueron de fiar en lo ajeno, lo de ustedes,
¿quién se lo dará? Ningún siervo puede servir a dos amos: porque o bien
aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso
del segundo. No pueden servir a Dios y al dinero".
Oyeron esto unos fariseos, amigos del
dinero, y se burlaban de él. Jesús les dijo: "Ustedes presumen de
observantes delante de la gente, pero Dios les conoce por dentro. La arrogancia
con los hombres, Dios la detesta". Palabra del Señor.
Reflexión
El dinero injusto o sucio que nosotros
conocemos es aquel proveniente del engaño, de los negocios ilícitos, de la
corrupción, del robo, de los atracos y asesinatos, y de la desigualdad
vergonzante que se vive en nuestros países. La expresión “dinero sucio”
tiene en nuestra época el significado de riqueza mal adquirida o de
enriquecimiento ilícito. Sin embargo, el evangelio no habla de esto, sino del
dinero como tal. En la época de Jesús la moneda se consideraba sucia porque
había pasado por muchas manos y había entrado en contacto con muchas impurezas.
Además, porque se convertía en medio para despojar a las personas de su
trabajo, ya por los salarios indebidamente retenidos o por los cambios
desventajosos entre la moneda nacional y la extranjera a los que los pobres
eran sometidos constantemente, para pagar los impuestos del Imperio o del
Templo.
Frente
a los que tienen como Dios al dinero sin importarle el método que utilicen para
conseguirlo, la enseñanza de Jesús considera que el dinero es sucio no porque
se contamine en la mano de los extranjeros o en el contacto con sustancias
impuras, sino porque se utiliza para diferenciar a las personas por su
abundancia o carencia. Esa diferenciación de personas hace que una minoría
tenga todo el poder y todas las oportunidades y que la mayoría tenga todas las
obligaciones y desventajas. Frente al sucio dinero, Jesús opone la honestidad,
que garantiza la justicia, porque el dinero es un fetiche o ídolo que
representa los valores dominantes en una sociedad basada en el lucro
injustificado, la codicia y el afán de dominio. Somos invitados urgentemente a revalorizar
a las personas en su contexto, a tener una actitud de libertad frente a los
bienes, y a saber utilizar el dinero para cuidar la vida, no solo la nuestra,
sino, especialmente la vida amenazada de los empobrecidos, de los enfermos y
los sin familia.
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