EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

jueves, 9 de agosto de 2012

EL VALOR DE LA VIDA

Viernes 10 de agosto del 2012. “El Evangelio de Hoy”: Mateo 16, 24-28
Lectura del santo Evangelio según san Mateo
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recuperarla?
Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta. Les aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin antes haber visto llegar al Hijo del hombre con majestad." Palabra del Señor.
Reflexión
¿De qué nos sirve a nosotros tener grandes ganancias si con ellas no nos sentimos realizados, si no encontramos sentido a nuestras vidas? La vida es el valor supremo, tanto para la sabiduría popular como para Jesús; la vida tomada en su valor existencial, es la realidad fundamental que permite alcanzar un valor superior. Por esta razón, la pregunta que nos formula este evangelio, ¿qué precio pagará el hombre por su vida?, adquiere un significado especial. La cultura actual nos incita a cambiar nuestra vida por diversión, por fama, por una posición social, incluso por un mejor salario; pero, aunque estas metas conserven algo positivo, no resuelven el enigma fundamental que cada ser humano debe resolver: ¿Qué sentido tiene mi vida? Ya sabemos que las riquezas no dan sentido a la vida.
En este Evangelio de Hoy Jesús nos invita abiertamente a asumir un propósito en la vida acorde con la voluntad de Dios, aunque ese propósito implique “cargar cruces” o incluso no satisfacer las demandas con las que se identifica ese propio «yo». “Aborrecerse a sí mismo” significa, entonces, tomar conciencia y dejar aparte todas las expectativas y prejuicios con los que normalmente asumimos una meta y la manera cómo nos desencantamos cuando la alcanzamos o cómo nos frustramos por no alcanzarla. Entonces, ¿cómo podremos rescatar el valor de nuestra vida? La propuesta es simple: sólo siguiendo a Jesús podremos encontrar la respuesta. Perder la vida dando vida a nuestro alrededor.
La vida solo vale puesta al servicio de Dios, al servicio de la comunidad. Por grande que sean nuestros problemas y dificultades, por fuertes que sean las pruebas que la vida nos presente, sentiremos la presencia fiel de Jesús a nuestro lado y eso nos llenará de esperanza y nos hará vivir llenos de confianza en la realización de la promesa de salvación de Dios. La paga del que sigue a Jesús discerniendo y realizando su voluntad es la paz.

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