EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

sábado, 7 de julio de 2012

LA COMUNIDAD DE BETANIA Juan 11, 1-12,11



Menaje de la XVIII Asamblea General de la CLAR a la vida religiosa de América Latina y el Caribe

 
1. Ella nos ha convocado a 22 Conferencias de Religiosos y Religiosas de América Latina y el Caribe en Quito, Ecuador. Hemos llegado hasta Ella cargados de la memoria y de los clamores de nuestros pueblos y de nuestras comunidades religiosas. Una gama colorida de cintas esperanzadas caían de Ella como carismas de la única fuente. Ella prometió, como ha hecho fielmente a largo de más cincuenta años de vida de la CLAR, acompañarnos, iluminarnos y reenviarnos con espíritu renovado a hacer camino de liberación junto a los pobres y desheredados de la tierra. ¡Ella es la Palabra!

2. Desde una mirada creyente, y situados desde el lugar teológico de los pobres, nos acercamos a una nueva realidad geopolítica latinoamericana y caribeña, a un crecimiento económico que no pueden esconder la terrible exclusión social que viven las grandes mayorías, la depredación despiadada de la naturaleza, la trata humana, los gestos despóticos dictatoriales de muchos gobiernos, la migración forzada, la corrupción, la impunidad y el círculo vicioso del narcotráfico. Mas, junto a la realidad crucificada, la constatación de movimientos sociales y juveniles, mujeres que desde la total indignación levantan su voz en las distintas plazas y redes sociales reclamando por sus derechos fundamentales y por la instauración de otro mundo posible. Un mundo posible basado en la justicia y la equidad, en la participación democrática, en el respeto a la Creación como casa común de todos. Nos llenan de esperanza, movimientos que promueven la utopía para que en sociedad los decantemos. Escuchamos a Dios donde la vida clama.

3. Esta realidad nos hizo preguntarnos cuál ha de ser el lugar de la Iglesia y de la Vida Religiosa frente a estos y otros desafíos. La respuesta no vendría sola, sino desde una hermosa andadura eclesial universal, latinoamericana y caribeña que nos precede e ilumina. El Concilio Vaticano II, del que se celebran cincuenta años, emergió en nuestra memoria agradecida mediante uno de sus testigos presenciales, D. Demetrio Valentini, quien insistió en que el proceso conciliar aún continua abierto a la espera de nuestra disponibilidad. Juan XXIII despertó a la Iglesia y a la sociedad con una Buena Nueva que encontró terreno fértil en nuestro continente: “la Iglesia es y quiere ser la Iglesia de los pobres”. Medellín se convirtió en la más importante recepción creativa del Concilio. Planteó – y lo hizo realidad pastoral – que la identidad eclesial pasa por la solidaridad con los pobres e insignificantes, pues en ellos encontramos al Señor que nos señala el camino hacia el Padre. El pos-concilio es, pues, el tiempo de la visibilidad y de la mayoría de edad de los pueblos, de la Iglesia, de la Vida Religiosa y de la teología propia de este Continente y de su aporte a la Iglesia universal. La historia de la CLAR, apostando por la inserción, la opción por los pobres y la centralidad de la lectura popular y orante de la Palabra, se enraíza dentro de este movimiento del Espíritu, que no debemos nunca olvidar, sino celebrar y ensanchar.

4. Desde esta memoria, asistida por el Espíritu, desde la pasión por Jesús, desde la herencia de mujeres y hombres que derramaron su sangre por la causa del Reino, reconocemos a la historia como lugar donde Dios nos sigue hablando. Conducidos por el Espíritu del Señor que llena el universo, queremos discernir junto a nuestro pueblo en los acontecimientos, exigencias y deseos, los signos verdaderos de la presencia o de los planes de Dios . Reconocemos que la evangelización que hemos de impulsar junto a laicas y laicos y a nuestros pastores “no puede ser atemporal ni ahistórica” . Queremos reproducir con valor la audacia, la creatividad y la santidad de nuestras Fundadoras y Fundadores como respuesta a los signos de los tiempos que surgen en el mundo de hoy. Pero no queremos limitarnos a leer los signos, sino contribuir a elaborar y llevar a cabo nuevos proyectos de evangelización para las situaciones actuales .

5. En este momento de la historia de nuestros pueblos, de la Iglesia y de la Vida Religiosa, aprendemos a interpretar y a posicionarnos en él desde la sapiencia indígena: “Al interior, y desde el interior de la vieja época, nace la nueva. Pero para que nazca un nuevo Pacha , tenemos que trabajar al interior del viejo: hacer cosas de ruptura para que se rompa esta época y nazca otra. Esto quiere decir que hay que jalarle al viejo Pacha para que se rompa y jalar al Pacha nuevo para que venga. Si hacemos al revés, haciendo cosas del viejo Pacha, se posterga y demora el advenimiento de uno nuevo”. Es lo que el universo bíblico sintetiza magistralmente: “a vino nuevo, odres nuevos” .

6. Hemos recibido estos días la confirmación de adelantar en el camino de una Iglesia de los pobres, que sea a su vez una Iglesia de comunión, para proseguir la iglesia nacida en Pentecostés. En cada eucaristía, en cada compartir, distintos pastores , aportaron visiones de la fe que nos permiten ampliar continuamente la mirada hacia lo esencial: somos una Iglesia sostenida en la diversidad de carismas y ministerios que danzan en torno al Misterio.

7. La presencia humilde, fraternal y transparente del Cardenal João Braz de Aviz, Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica resultó particularmente un bálsamo de posibilidades abiertas largamente añorado. Hemos recibido con gran entusiasmo su oferta de no cejar en la búsqueda de puentes de diálogo y colaboración en el horizonte de la comunión eclesial. El Cardenal pidió especialmente que estuviésemos atentos a las características de la cultura actual: “Si no dialogamos constantemente con la sensibilidad de las mujeres y de los hombres de hoy, corremos el riesgo de tener un tesoro y no poder ofrecerlo. Siempre hay una Palabra de Dios dicha para cada tiempo. Dios no se calla. Esto no pueden olvidarlo las religiosas y religiosos jamás”. Nos instó, igualmente, a fundar nuestra teología y antropología desde la centralidad del misterio trinitario, no como un frío teorema que nada cambia en nuestras vidas, sino en clave agustiniana: “La Trinidad ves, si ves el amor. Porque el amor implica tres cosas: el amante, el amado y el amor” . Contemplar a la Trinidad dentro del ser humano; donde hallaremos que lo principal no es el poder, ni la inteligencia, sino el amor, camino de despojo hasta la muerte. El Cardenal nos lanza hacia una dirección propicia para una renovada teología de la Vida Religiosa en América Latina y el Caribe: más cercana al lenguaje inédito del mundo de hoy y desde la Trinidad como misterio esclarecedor de la identidad del ser humano y su quehacer en el mundo.

8. La experiencia de 96 participantes en nuestra XVIII Asamblea de la CLAR – junto al encuentro directo con la Vida Religiosa ecuatoriana – fue en sí misma una manifestación de comunión trinitaria, de mutua donación, de dinamismo amorosamente fecundo. Las diversidades de género, culturas, generaciones, carismas, congregaciones y realidades se entrelazaron atraídas por una misma llama que generó un movimiento de esperanza que no logran captar estas palabras. Aun así lanzamos algunas perspectivas de futuro que abrazamos como familia religiosa con el propósito de ir practicando la verdad, anclando la esperanza en la práctica.

9. Sentimos que es la hora de buscar alternativas a tantas alternativas ensayadas que no han sido generadoras de vida. Apostamos a alternativas que giran alrededor de la indignación y creatividad de las nuevas generaciones. Alternativas que atienden con compasión los nuevos rostros de la pobreza. Alternativas para vivir en armonía con la creación desde un aprendizaje humilde de la sabiduría de nuestras culturas ancestrales indígenas y afrocaribeñas que continuamente rompen nuestras nociones de tiempo y espacio. Alternativas que se empeñan en mantener y desarrollar el gran tesoro de la reflexión teológica desde una perspectiva interdisciplinaria como camino de acompañamiento espiritual hacia una fe cada vez más honda, más alegre, más libre y liberadora. Alternativas que revalidan la nueva profecía de la inter-congregacionalidad como signo del rostro renovado de la vida religiosa en la aurora de un cambio de época. Alternativas que apuntan desde una visión de iglesia como pueblo de Dios a una verdadera comunión eclesial, de respeto y colaboración mutua, entre religiosas, religiosos, obispos y laicos. Esta pequeña semilla de alternativas quiere llegar al lugar donde sabemos germinarán como signos impredecibles del Reino: a nuestras comunidades, a nuestras Conferencias Nacionales y Regionales y a todas las instancias dinamizadoras de la CLAR.

10. Finalmente, regresamos al origen, a la Palabra que nos ha convocado. Ella misma nos regaló un ícono para el itinerario espiritual de los próximos tres años de la vida de la CLAR: la comunidad de Betania (Juan 11, 1–12, 11). Betania es el hedor de la injusticia y de la opresión, de tantas esperanzas sepultadas; hedor que nos debe resultar intolerable e inaceptable. Betania es también el perfume que llega de las manos de tantas mujeres y hombres anticipando el verdadero final de la historia: la victoria de la justicia y el bien, el reino absoluto de la vida. Betania nos invita a ser casa abierta, perfume derramado, fiesta anticipada... Ícono de los paisajes inéditos, inexplorados que le aguardan a la Vida Religiosa del continente.

11. La Asamblea General de la CLAR se despide de Quito, pero se lleva en su corazón la alegría del testimonio de una vida religiosa que busca ser mística y profética y los desafíos de conversión que el Señor nos hace desde la Palabra y la realidad. La Conferencia Ecuatoriana de Religiosas y Religiosos ha sido nuestra casa de oración, de reflexión, de compromiso, de esparcimiento y fiesta. Ejemplo vivo de lo que todas las Conferencias queremos ser unas de otras. Es el momento de expresar también nuestra gratitud a quienes han aceptado formar parte de la nueva presidencia de la CLAR. Es un sí que no nace en el vacío: proviene del sí de Dios ante la creación, del sí de María que porta al Señor, del eterno sí de Dios que es Jesús, del sí humilde de los apóstoles, del sí de nuestros intrépidos Fundadoras y Fundadores. Es un sí que tiene la fuerza de inspirarnos a recorrer juntos los insospechados caminos del Espíritu.
En Quito, Ecuador, 22 de junio de 2012.

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