Lectura del santo
evangelio según san Mateo:
En aquel tiempo
llevaron a Jesús un endemoniado mudo. Echó el demonio, y el mudo habló. La
gente decía admirada: "Nunca se había visto en Israel cosa igual". En
cambio, los fariseos decían: "Este echa los demonios con el poder del jefe
de los demonios". Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en
sus sinagogas, anunciando el evangelio del Reino y curando todas las
enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes, se compadecía de
ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, "como ovejas que no tienen
pastor". Entonces dijo a sus discípulos: "La mies es abundante, pero
los trabajadores son pocos; rueguen, pues, al Señor de la mies que mande
trabajadores a su mies". Palabra del Señor.
Reflexión
Sin que dependa totalmente
de nosotros, nuestro aporte es muy importante en la construcción del Reino de
Dios. Nuestro testimonio y compromiso a favor del Reino, a favor de la
humanización, a favor de la justicia, el derecho que hará posible la fraternidad,
ayudará a otros a dar el paso y optar por el modo de vida cristiano y unirse a
las comunidades para dejar ver los signos de la presencia de Dios salvando.
Una vez más recordamos que nuestra
misión es la misión de Jesús. La misión de Jesús estuvo caracterizada en esta
segunda etapa por cuatro acciones: recorrer, enseñar, proclamar y sanar. Todas
y cada una de ellas lo diferenciaban de los maestros y de los movimientos
religiosos y sociales de esa época. Pero tal vez lo más característico fue su
preocupación y cuidado del pueblo pobre, comparado con un “rebaño sin pastor”.
Cada cual se preocupaba de cumplir la ley, pero sin vincularla a la vida real y
cotidiana de la gente. Jesús se preguntaría ¿A dónde va este pueblo? ¿Por qué
su situación? ¿Quién le ayuda a mantener la memoria de la alianza con Dios? ¿Dónde
está Dios y qué está haciendo a favor de su pueblo. Y el mismo Jesús es la
respuesta, con su manera de ser y vivir.
Cuando Jesús vive un signo, una curación,
un “milagro”, una aproximación a alguien necesitado, está anunciando que Dios
está presente y actuando a favor de los necesitados. Dios no está ausente. La religión
no es sólo ritos y culto formal, es también y sobre todo, respuesta a las
necesidades. Esto es parte de la salvación, en espera de la definitiva. Es lo
que nos enseña esta parte del Evangelio de mateo, llamada, “discurso llamado
apostólico” con el que instruye a sus seguidores en la atención y cuidado de la
gente y sus necesidades. Así, las personas perciben en Jesús y su grupo una
esperanza. Hoy somos nosotros quienes tenemos el desafío de los apóstoles:
dejarnos formar por las enseñanzas de Jesús y vivir nuestra fe como un
seguimiento de él y su causa.
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